viernes, 3 de abril de 2009

LAS AMENAZAS DE ARCE

ANTONIO JOSE GARCIA NOS ENVIO ESTE DOCUMENTO:

Los chuchos, siempre que sirvan a la derecha serán eso: serviles y abyectos, esto que a continuación espero lean, no es una gran noticia, pero por lo menos diviértanse y lloren, porque nos han dicho ser una izquierda moderna:









LAS AMENAZAS DE ARCE

Salvador García Soto

28 DE MARZO DE 2009



Se los dijo con todas sus letras: “Voy a impugnar los resultados, y si no limpian la elección en Iztapalapa, me voy con mi gente a apoyar a los candidatos del PRI”



René fue claro: impugnaría los resultados de la elección interna en Iztapalapa y ya está en pláticas con Enrique Peña Nieto para apoyar a los candidatos del PRI

Se los dijo con todas sus letras: “Voy a impugnar los resultados, y si no limpian la elección en Iztapalapa, me voy con mi gente a apoyar a los candidatos del PRI”. La amenaza fue directa del senador René Arce en una mesa reunida el martes pasado y en la que estaban sentados el líder nacional perredista, Jesús Ortega; la representante de Izquierda Unida Dolores Padierna, y la dirigente del perredismo capitalino, Alejandra Barrales.

Un Arce descontrolado, que acusaba los efectos de su dolorosa derrota en la delegación que controla hace 12 años, advertía que no aceptaría los resultados de la elección interna, en la que la bejaranista-obradorista Clara Brugada derrotó a su esposa Silvia Oliva, y rompió el coto de poder que mantenían Arce y su hermano Víctor Hugo Círigo en la delegación más populosa —y la de mayor presupuesto— del Distrito Federal.

René no se aguantó y frente a todos le espetó en la cara a Jesús Ortega: “Tú me traicionaste, te aliaste con Marcelo y me traicionaste”. El señalamiento confirmaba la tesis de que la inusual derrota del grupo de Arce se debió a que Los Chuchos, de los que forma parte, lo abandonaron e hicieron un pacto con el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, para poder romper con el monopolio político que los hermanos mantenían en el principal bastión de votos del perredismo en el DF.

La tesis del senador no está nada errada. El pacto Ebrard-Chuchos no sólo fue para arrebatarle Iztapalapa al grupo familiar de Arce; Ortega y Marcelo tendrían un acuerdo que llega hasta 2012, según el cual el jefe de Gobierno iría como candidato presidencial, con el respaldo de Nueva Izquierda, y el actual líder nacional del PRD se postularía por el gobierno capitalino, con el respaldo de la administración de Ebrard.

Por eso Arce perdió toda compostura y fue claro y directo en sus dos amenazas: la primera, que irá a impugnar, primero en los órganos internos y luego en los tribunales electorales, el resultado de la elección interna en Iztapalapa; y la segunda —que más preocupó a los líderes de las tribus perredistas, que René les dijo que ya está en pláticas con el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, para apoyar con sus bases a candidatos del PRI no sólo en esa delegación, sino en los municipios conurbados del estado de México.

Si ya René estaba distanciado de Los Chuchos, que se quejaban de desplantes y rebeldías del senador, hoy está claro que Arce y su grupo están al borde de la ruptura no sólo con Nueva Izquierda, sino con todo el PRD. A menos que los que se aliaron en su contra logren arrebatarle su sólidas redes clientelares, la fractura podría ahondar el debilitamiento del perredismo en la capital y el crecimiento del PAN, y en menor grado del PRI, en las elecciones locales de julio próximo.

NOTAS INDISCRETAS... La extraña declinación de José María Pérez Gay a la candidatura del PRD para jefe delegacional en Coyoacán tuvo motivos de fondo, distintos a las “razones de salud” que esgrimió el escritor. Aun cuando tenía el apoyo de todas las tribus del PRD para ser “candidato ciudadano”, Chema sorprendió al rechazar la postulación. Si no aceptó fue más por salud política que por su salud personal. Pérez Gay comenzó a recibir la visita de los líderes de las principales corrientes perredistas en la capital. Bejaranistas, Chuchos, obradoristas, uno a uno fueron a verlo. Uno le pidió, a cambio de apoyarlo, la dirección de licencias; otro condicionó su apoyo a cambio del área de finanzas; otra tribu pidió que le entregaran el área del comercio en vía pública. ¿Saben qué?, les dijo el escritor al sentirse copado y maniatado antes de ser delegado, “A’i se ven”… César Nava da por hecho que en la disputa por la coordinación del PAN en la Cámara de Diputados se enfrentará a Francisco Ramírez Acuña, el candidato de los grupos de derecha y ultras encabezados por Manuel Espino y Santiago Creel. “No le temo a la confrontación y voy a ser coordinador”, dice muy seguro el calderonista… Tras la descomposición que vivió el PRI en la selección de su candidato a gobernador en Colima, con un aspirante acusado de ligas con el narco, como Mario Anguiano, y un gobernador Silverio Cavazos que se enfrentó al CEN, las cosas se le pueden complicar al viejo partido. Por lo pronto, Beatriz Paredes parece abrir entendimientos al retirar de la contienda al diputado Arnoldo Ochoa, a quien apoyaban ella y el ex gobernador Fernando Moreno Peña. A Ochoa lo nombró Beatriz secretario de Organización del CEN y así intenta destrabar el entrampado proceso colimense que, en un descuido, le puede costar al PRI ese pequeño pero fiel bastión… Los dados cierran con serpiente. Semana complicada.





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viernes, 23 de enero de 2009

PROGRAMA COMPLETO DE CARMEN ARISTEGUI HOY JUEVES 22 DE ENERO DE 2009

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miércoles, 21 de enero de 2009

EL BANDO ANTIBESOS, OTRA DERROTA DE LA DERECHA: MONSIVAIS




■ Critica nueva campaña del ayuntamiento
El bando antibesos, otra derrota de la derecha: Monsiváis

Carlos García y Claudia Herrera (Corresponsal y reportera)

León, Gto., 20 de enero. El ayuntamiento de Guanajuato busca remediar “un error mayúsculo con otro error mayúsculo”: su campaña para promover la ciudad como capital del beso, cuando su atención debería centrase en el bicentenario de la Independencia, comentó el escritor y periodista Carlos Monsiváis.

El fallido bando que prohibía “tocamientos obscenos”, mendicidad, los limpiaparabrisas y el comercio informal constituye un nuevo fracaso de una derecha “especializada en derrotas culturales”, dijo tras presentar su libro sobre Pedro Infante en el Fórum Cultural de León.

Luego que el alcalde panista Eduardo Romero Hicks propuso sancionar con arrestos y multas a limosneros y parejas que se dieran “besos olímpicos”, Monsiváis señaló: “Una y otra vez dicen que los citaron fuera de contexto, que no es lo que quisieron decir”.

Tratar de presentar Guanajuato como “la capital del beso”, observó, es “curar un error mayúsculo” con otro igual, envuelto en “un ofrecimiento turístico”.

En 2010 se conmemora el bicentenario de un movimiento que se inició en Guanajuato, pero el alcalde panista “pone a competir a los insurgentes con el beso”. Lo que debería cuestionarse, opinó Monsiváis, “es el derecho de un concejo municipal a querer expulsar de la realidad situaciones que por gracia o desgracia están ahí”.

Por otra parte, el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez, anunció que apoyará la campaña emprendida el lunes por Romero Hicks.

“Queremos que Guanajuato se convierta en un punto de referencia todavía más fuerte a nivel nacional. A nivel mundial también hay proyectos muy importantes, y esta campaña recibe todo el respaldo”, afirmó.

Se preguntó a Oliva si la intención de prohibir los “besos olímpicos” y las conductas “obscenas” dañó la imagen del gobierno panista en la capital del estado. “Hay que aclarar: el beso nunca estuvo incluido en el bando de policía y buen gobierno”, pero la decisión del ayuntamiento de revocar esa norma es “respetable”, indicó.

El líder estatal del Partido Acción nacional (PAN), Fernando Torres Graciano, consideró “lamentable” que los medios “hicieran nota de algo que no existía” y sentenció: “Es una mentira (…) ojalá a futuro lo menos que hagamos sea checar el documento”.

Mientras, la fallida prohibición llegó al portal YouTube, donde incluso se difunde una cumbia compuesta para el alcalde Romero Hicks. “¡Ahí viene Eduardo!”, alerta la tonada.

Mientras, en Nocupétaro, Michoacán, el secretario de Salud del gobierno federal, José Ángel Córdova, se congratuló de la corrección que hizo el edil de Guanajuato al dar marcha atrás al reglamento que impedía a las personas besarse en vía pública, medida que consideró “absurda y extraña”.

Al preguntársele si alguna vez fue al Callejón del Beso en la ciudad guanajuatense, señaló: “Por supuesto, a cada rato. Di muchos besos... Estaría en la cárcel muchas veces”.

Durante una gira del presidente Felipe Calderón por esta entidad, Córdova dijo que posiblemente con esta propuesta “le metieron gol al alcalde”, a quien calificó de “muchacho inteligente”. Además, reconoció que este tipo de propuestas no le convienen al PAN.


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domingo, 11 de enero de 2009

EL GOBIERNO Y LAS ELECCIONES



Arnaldo Córdova
El gobierno y las elecciones

La acción de los gobiernos en periodos de elecciones siempre ha sido y será una calamidad porque produce, indefectiblemente, situaciones conflictivas que, a su vez, son fuente de injusticias e inequidades que acaban violando las leyes y suelen llevar al desquiciamiento de la convivencia de las distintas fuerzas políticas y del propio orden constitucional. Todo ello parece ser inevitable, porque demandar a los gobiernos que se abstengan de realizar sus funciones sería absurdo y como siempre obedecen a un signo partidista sucede con frecuencia que la fuerza o las fuerzas que representan resultan ser las principales beneficiarias de sus actos.

El poder del Estado es el poder superior de la sociedad y parecería que si está en manos de un partido o una coalición política (porque sus exponentes fueron elegidos para ejercer el gobierno en ese poder) no puede por más de favorecer los intereses particulares de ese partido o coalición. Pero en los regímenes democráticos avanzados eso es menos frecuente o, de plano, no sucede, y así pueden verse gobiernos que suceden a otros de signo contrario. Resulta más cierto, sin embargo, en los regímenes en los que hay un escaso desarrollo de la democracia o ésta se encuentra aún en desarrollo.

En México sucede que la acción de los gobiernos siempre influye negativamente en los procesos electorales porque produce, invariablemente, situaciones de inequidad y, a menudo, de violación de las leyes y de la Carta Magna que deciden el resultado de los comicios. Si se quisiera medir la efectividad y la fortaleza de nuestra democracia, se podría hallar en ese fenómeno el mejor indicador. Se ha querido poner freno al partidarismo de los gobiernos limitando su acción desde la víspera de las elecciones; pero han sido siempre soluciones ineficaces que no resuelven el problema.

Que en los regímenes auténticamente democráticos un partido en el gobierno pierda unas elecciones es harto frecuente; que eso suceda en México resulta de verdad muy raro. Se ha dicho que se necesita ser muy estúpido para que ello suceda y, en nuestro país, parece que siempre es por eso. En las sociedades democráticas se pierde el poder porque se falla en el gobierno de la sociedad; en ellas los electores deciden la suerte de los partidos gobernantes. En México, por lo general, se gobierna mal o no se gobierna en absoluto, pero no por ello se pierde el poder. Es más, a veces, por eso se conserva, todo por obra de los electores.

Por ello resulta inútil imponer cuantas restricciones se puedan imaginar a la acción de los gobiernos en periodos electorales si lo enclenque de nuestra democracia impide que se cumpla con ellas o, sencillamente, se desvirtúen y acaben favoreciendo de cualquier forma a los partidos gobernantes. La pregunta obligada es ¿qué se puede hacer para que eso no suceda? Y la respuesta, aunque pueda parecer ingenua, es tan sencilla como hacer que los gobiernos cumplan con las leyes, si es que éstas se dan, porque cuando no existen ni para qué hablar.

Las leyes nunca podrán comprender todos los casos que buscan regimentar o lo hacen de manera tan genérica que dan lugar a rejuegos de interpretación judicial que nunca los resuelven. Con las restricciones electorales sucede eso con mayor frecuencia y, así, los gobiernos siempre violan las disposiciones legales para favorecer a los candidatos de su o de sus partidos. Aun los tribunales electorales más confliables se vuelven inútiles para resolver cualquier controversia al respecto. En ello los congresos suelen ser los alcahuetes más serviciales de los abusos.

Siempre falla algo: o las leyes o los tribunales o los legisladores. Incluso cuando la ley es bastante clara siempre aparece el villano. Cuando el TEPJF decidió en 2006 que Fox había violado las leyes “sólo un poquito” y que no había influido en el resultado final de la elección presidencial, abrió el camino con su felonía a la paulatina deslegitimación de los órganos jurisdiccionales electorales y, también, a su obsolescencia. El IFE, por su lado, hoy sólo mueve a risa con sus resoluciones sacadas de los pelos y las declaraciones asombrosas de sus funcionarios. No puede haber respeto a la ley cuando no hay instituciones que la hagan respetar.

Con las leyes sucede algo que deja anonadados: la Constitución ordena que se hagan, pero los poderes legislativos siempre se resisten a hacerlas y las mandan a las calendas griegas. Eso sucede con las reformas constitucionales en materia electoral, de comunicación o de transparencia. Basta que los grandes empresarios y los conservadores de toda laya se inconformen o se amparen para que se paralice la acción legislativa. No hay leyes adecuadas de comunicación porque los propios legisladores, en contubernio con sus patronos, se resisten a elaborarlas y a aprobarlas, aun cuando la Constitución los mandata expresamente para ello. El llamado derecho de réplica, por ejemplo, está instituido en la Carta Magna desde 2007; pero todavía no hay una ley de derecho de réplica.

Y todavía hay babiecas que se extrañan de que en México no se permita que los exponentes del gobierno participen a favor de los candidatos de sus partidos en las justas electorales, cuando eso está autorizado en todos los regímenes democráticos del mundo. Hasta en Estados Unidos el presidente hace campaña por los candidatos de su partido y no se diga de los regímenes parlamentarios europeos. ¿Por qué en México no? Claro que jamás se cuestionan si en México tenemos una verdadera democracia o una todavía en pañales. Y, ¿quién les habrá dicho que en México los gobernantes no hacen campaña por sus candidatos? La diferencia es que aquí, como ese fenómeno tan peculiar que fue Fox, se hace violando abiertamente la ley y la misma Constitución. Esa es la pequeña diferencia.

¿Quién podría poner en duda que los principales actores en los próximos procesos electorales serán el presidente de la República y los gobernadores (y también los alcaldes) y no los partidos ni sus candidatos en cuanto a promoción del voto se refiere? Tienen todo de su parte: impunidad garantizada en sus actos, leyes malhechas que fallan en regular esos procesos con rigor, autoridades administrativas electorales poco confiables y muy maleables y, finalmente, instancias jurisprudenciales que pueden decidir lo que los votos no indicaban. Eso es, justo, lo que ahora se revela ser nuestra democracia.


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ES EL TRABAJO...............



Rolando Cordera Campos
Es el trabajo...

Este lunes se reúnen en Washington el presidente electo Obama y el presidente Calderón. Bajo una crisis que no deja títere (financiero o no) con cabeza, pasarán revista a la que es ya, por desgracia, una agenda rutinaria que sin embargo recoge temas incandescentes y ominosos en cuanto a sus perspectivas: seguridad, migración y lo que siga.

Mal momento éste para acercarse al diálogo integracionista, pero obligado hacerlo si se quiere que la relación (re)adquiera alguna perspectiva. Integrada su economía cada vez más en la región norteamericana, México llega a su primera cita con el Obama del cambio dramáticamente desintegrado como economía política nacional, cruzado por el desempleo y el subempleo, con sus empresas líderes sobrendeudadas en dólares y su comercio exterior en caída libre.

“Trade, not aid”, proponía el presidente Salinas a los estadunidenses en su venta del TLC; y comercio hubo, pero no el progreso material, económico y social que el libre comercio postulaba como su inevitable colofón. En vez de ello, un norte mexicano envuelto en llamas, con un hábitat devastado y el éxodo de familias y empresarios pudientes. También en tránsito sus mejores y más brillantes jóvenes, abatidas sus expectativas y nublado su horizonte por los dilemas del diablo que los esperan a la vuelta de cada esquina.

Escindido socialmente, México ofrece una geografía humana y política minada por años de penuria y falta de crecimiento, inconsistencia en las políticas de infraestructura, renuncia del Estado a cumplir sus obligaciones tutelares, de seguridad y promoción del desarrollo. Las relaciones sociales son casi un mero eco de aquellos años de la “gran promesa” del cambio globalizador, y es tal vez por ello que el formato político dominante vuelva a ser el de los fastos del presidencialismo autoritario y sus corporaciones, recursos, cohesiones imaginadas, discursos imbatibles, por lo menos hasta el fin de la reunión.

Se imita el formato pero sólo como ornato, porque sus actores hicieron mutis y sólo queda el inefable Gamboa Pascoe, porque poco tiene que ver el intemperante señor Paredes del Consejo Coordinador Empresarial con don Gastón Billetes o los zares de la industria de la construcción. Todo se volvió miniatura y la dictadura estabilizadora llevó a las fuerzas productivas a un estado estacionario que les ha encogido sus resortes y energías. Nada será como otrora, de ahí que la nostalgia priísta no haga sino contribuir a reproducir el estancamiento económico y mental, estabilizador hasta ayer, hoy acosado por el espectro de la inflación que cierra 2008 por encima de 6 por ciento y quiere ir por más.

A contracorriente de la temida deflación que amenaza a la economía estadunidense, los datos mexicanos hablan de un repunte inflacionario que, de seguir actuando el Banco de México como dice que le mandan la ley y la Constitución, redundará en un mayor estancamiento productivo y del empleo: la horrible estanflación que sitia a la política económica convencional y reduce al mínimo los grados de libertad de las economías nacionales.

En nuestro caso, estos márgenes para la acción autónoma fueron constreñidos por adelantado con el tratado, la autonomía del Banco de México y la tristemente célebre Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria. Con el tremendo diagnóstico de Carstens: ni creceremos ni decreceremos, sino todo lo contrario (¡oh, Bernardo Aguirre!), quedaremos “tablas” en el pantano que no evitará que los precios suban, por un buen rato al menos. El limbo hacendario, pues.

La relación bilateral encara un muro de concreto, rayos láser, retórica encontrada. El llamado Plan Mérida parece en este contexto un pésimo “cultivo” de los rangers y los rurales, pero puede servir para hacer evidente que la conversación debe dirigirse a otras praderas. En el centro no estará la pretensión soberanista o la grandilocuencia del nuevo rico; tampoco la prepotencia imperial que minimizaba y reducía al absurdo las durezas de la vecindad. Lo que articula y articulará con intensidad la relación bilateral es la falta de trabajo en ambos lados de la frontera, su creciente precariedad entre nosotros, el incremento diario del despido y la falta de empleos aquí y allá.

Un desempleo masivo (11 millones ya en Estados Unidos), una subocupación galopante (la mitad de nuestra fuerza de trabajo, y sigue), una inseguridad social y laboral masivas, que en México ahoga sobre todo a los jóvenes, ausentes del todo del “Acuerdo nacional” del miércoles (ya vendrán otros), como lo reporta La Jornada (9/1/09), conforman el escenario de un encuentro que debería servir para abrir las cartas de un nuevo juego que sometiera a revisión las expectativas e ilusiones del libre comercio en código neoliberal y abriera la puerta a una deliberación compleja, ambiciosa, sobre una integración que no será nunca eso, sino desbandada sin fin, de no tomar en cuenta el tema social, las asimetrías estructurales, la tragedia laboral. No es la economía… es el trabajo, que no puede ser un tema más; nunca debió haberlo sido.


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EL FLOJO Y EL MEZQUINO RECORRERAN MAS DE TRES VECES EL CAMINO




Mario Di Costanzo
El flojo y el mezquino recorrerán más de tres veces el camino

Por tercera vez en menos de un año, el llamado gobierno de la “estabilidad y el empleo” ha anunciado una serie de medidas que supuestamente ayudarán a la economía a superar la tremenda crisis que golpea y daña la planta productiva del país y la economía de las familias.

Para ello, sólo basta recordar que el 3 de marzo del año pasado Felipe Calderón anunció 10 medidas a las que bautizó Programa de Apoyo a la Economía y que supuestamente permitiría que la economía mexicana superara las graves consecuencias que tendría para nosotros el deterioro de la actividad económica en Estados Unidos.

En dicho plan se incluyeron descuentos tanto en los pagos del impuesto sobre la renta (ISR) como en los del impuesto empresarial a tasa única (IETU); se habló también de otro tipo de “estímulos fiscales”, entre los que se mencionaron descuentos a las aportaciones patrimoniales del Seguro Social y descuentos a las tarifas eléctricas.

También se anunció una bolsa de 60 mil millones de pesos para apoyar a las pequeñas y medianas empresas e inversiones públicas adicionales por 40 mil millones de pesos, derivadas del Fondo Nacional de Infraestructura, así como un apoyo de 650 millones de pesos para el Sistema Nacional de Empleo.

Con respecto a este plan, en mi colaboración del 8 de marzo, titulada No que no tronabas pistolita, advertí entre otras cosas que sus 10 acciones resultarían absolutamente insuficientes para cumplir con sus objetivos y que la situación económica era mucho más grave de lo que hasta en ese momento había señalado el propio Agustín Carstens.

Señalé que Felipe Calderón debió haber propuesto un agresivo programa de desarrollo de infraestructura en municipios de alta marginación para contribuir a la generación de empleos.

Fue evidente que el Programa de Apoyo a la Economía, anunciado con bombo y platillo, resultó absolutamente inútil y la economía de las empresas y de las familias aceleró su deterioro.

Tan así fue, que el 8 de octubre del año pasado, y en medio de la debacle económica mundial, Felipe Calderón anunció su segundo plan, el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo (PICE), el cual gracias a sus inconsistencias, inoperancia y falta de congruencia en cuanto al entorno económico que proyectaba, originó, entre otras cosas, la incertidumbre que dio paso al ataque especulativo contra el peso, que culminó con la devaluación de nuestra moneda y la pérdida de más de 15 mil millones de dólares de nuestras reservas internacionales.

Sin embargo lo verdaderamente paradójico es que durante su presentación Agustín Carstens señaló: “Si bien la economía mexicana presenta condiciones estructurales sólidas y el sistema financiero no constituye un canal de contagio, el gobierno federal pone en marcha el PlCE como una respuesta oportuna y efectiva para apuntalar aún más la actividad económica en nuestro país”. Cabe recordar que a decir del propio Carstens, el PICE involucraba una bolsa por más de 255 mil millones de pesos para reactivar la economía.

Así, el pasado 7 de enero, Felipe Calderón nuevamente anunció 25 medidas a las que llamó Acuerdo Nacional en favor de la Economía y el Empleo, que son demagógicas, absurdas y resultarán insuficientes para enfrentar la crisis en la que estamos inmersos, entre otras por las siguientes razones:

La estrategia sólo congela el precio de las gasolinas, pero en un nivel en el que actualmente superan por mucho al que existe en otros países del mundo; la estrategia no plantea la reducción, ni tampoco el congelamiento del precio del diesel que es utilizado por muchos sectores productivos, como es el caso de la pesca o de los productores agropecuarios, y mucho menos de los precios de los principales artículos de consumo de la canasta básica, más aún cuando muchos de ellos han registrado incrementos superiores al ciento por ciento.

El acuerdo no otorga un incremento emergente al salario mínimo que restituya el poder adquisitivo del mismo y el cual mínimamente debía de ser de entre 12 y 15 por ciento. Se anuncian una serie de “incentivos fiscales” para que las empresas no despidan personal; sin embargo, mantiene la aplicación del impuesto empresarial a tasa única (IETU), aún cuando este impuesto tiene un fuerte sesgo contra el empleo.

Es decir, que mientras que en la mayoría de los países del mundo se buscado disminuir la carga fiscal, en el caso del programa calderonista la tasa del IETU se incrementó 0.5 por ciento.

Se busca ampliar la capacidad de retiro del fondo de ahorro de los trabajadores en caso de despido, lo que pone aún en un mayor riesgo sus pensiones futuras, esto en otras palabras implica que el costo de este apoyo a los trabajadores será con cargo a sus respectivas pensiones para su retiro.

Se deja a un lado el problema de la cartera vencida de los deudores tanto de tarjetas de crédito como hipotecarios, como es el caso del Infonavit. Conviene señalar que la única manera de caer en cartera vencida en el Infonavit es mediante la pérdida del empleo.

Resulta contradictorio e ineficiente que por un lado se han disminuido “unilateralmente” los aranceles para la importación de productos provenientes de países con los que no tenemos acuerdos comerciales, dañando enormemente a la planta productiva nacional y al empleo, y por otro lado se “establezcan incentivos fiscales” para tratar de proteger al empleo.

Se dice que Nafin y Bancomext incrementarán en 21 por ciento sus apoyos a las pequeñas y medianas empresas, pero no se hace nada para bajar las tasa de interés que convierten en prohibitivos estos apoyos.

Y de los recursos que involucra el acuerdo, que según Carstens son 120 mil millones de pesos, mejor ni hablamos porque ya no sabemos de dónde están sacando tanto dinero para financiar programas que no han servido para nada; y por ello digo que el flojo y el mezquino recorrerán más de tres veces el camino.


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CRISIS Y PROGRAMAS ANTICRISIS




Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx
Crisis y programas anticrisis

El secretario de Hacienda rectifica parcialmente. De pronósticos de crecimiento lento se pasa a cero crecimiento. Pero la realidad es que hay para este año caída, decrecimiento de la actividad económica. No se trata sólo de las empresas que cada mes cierran por cientos. Cuando se anuncia que cierran temporalmente las armadoras de coches, eso significa que no pueden exportar a su principal mercado, Estados Unidos. Y que las plantas que les producían componentes y refacciones, incluyendo por ejemplo llantas y acumuladores, cierran también.

También está la declaración oficial en el sentido de que a México le va menos peor que a Estados Unidos y otros países. Pero, además de que la fuente de información no es confiable, pues tampoco se están contando factores que afectan a la gente. Claro, los altos funcionarios sí ganan más que sus equivalentes de esos otros países. Pero la absoluta mayoría de la población sí resulta afectada. Sólo el factor de la devaluación ya nos pega a nosotros y a otros no. El tipo de cambio está cambiando diario, pero siempre por arriba del 30 por ciento de devaluación en los últimos meses. Esto significa aumento de precios a todo lo que se importa, o que por diferentes causas sus precios son fijados en términos de los estadunidenses. Y aumentos superiores, también, al 30 por ciento. Obviamente, este factor no está afectando a la población del país del norte; el que se devalúe el peso frente al dólar en todo caso va a abaratar las mercancías mexicanas que van para allá.

Otro aspecto del discurso oficial es hablar de la crisis en México como algo que viene, no que ya está aquí. Y al hablar de ciclos se quiere dar a entender que esto no dura mucho. Pero incluso en Estados Unidos se reconoce que el porcentaje de desempleados llegó a 7.2 por ciento, y se señala que incluso con las medidas de estímulo de la economía va a seguir subiendo, y que a finales de 2009 va a rebasar 9 por ciento de desempleados.

Se publica en uno de los principales diarios estadunidenses que desde que empezó la “recesión” en diciembre de 2007, se perdió un alto porcentaje de los puestos de trabajo no agrícolas de ese país. Y estos afectados tienen seguro de desempleo. Con la gran dependencia del vecino país, que ha aumentado con el “libre comercio”, es claro lo que tenemos enfrente aquí.

Otros países ya incluyeron en sus programas de recuperación el alza a los impuestos a ciertas importaciones, o programan la de todas ellas. Buscan la recuperación del mercado interno para compensar la crisis del mercado externo.

El programa que aquí se anuncia contra la crisis ni siquiera toma en cuenta la existencia del campo y de los campesinos. Y se bajan los impuestos a las importaciones, para bajar sus precios, al mismo tiempo que se estimula el aumento de precios con el alza a los energéticos, y se aumentan una miseria los salarios mínimos, se niega protección a los estafados en las Afore, y el desempleo aumenta más.

La cantidad de bienes y servicios que está subiendo de precio aumenta, en perjuicio de cada vez más mexicanos. Ya señalamos que en los aumentos, además del incremento mismo, había el agravante de que se subía más el precio del diesel que el de la gasolina. Ahora, con la gasolina Magna a precio fijo y el diesel subiendo, este problema se agrava.

No se trata sólo de que se afecta a la pesca, que usa diesel marino, sino que casi todo el transporte por carretera se hace con diesel, y todas las mercancías transportadas así van a seguir subiendo de precio. También las transportadas en camiones grandes en las ciudades, y en muchos de los medianos.

Esto implica que la política económica vigente sigue afectando el nivel de vida de la mayoría de la población. Al haber, como consecuencia, una contracción del mercado interno, con el mercado externo por los suelos, la industria va a seguir deprimiéndose. Esto no se va a resolver con discursos ni cambiando algunas palabras por las “modernas”.


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domingo, 4 de enero de 2009

ADIOS A TODO ESO



Rolando Cordera Campos
Adiós a todo eso

En un magistral recuento navideño, el Financial Times dice adiós a mucho de lo que por fin se fue o debía irse cuanto antes. Por ejemplo: W. Bush (“quien, sugieren los reportes, todavía es presidente”); Sarah Palin (“quien, como toda pantomima, buscará un retorno”); la cultura del bono (“que recompensa la irresponsabilidad y falta de escrúpulos financieros”). También, nos dice el diario, debería terminar el desproporcionado reclutamiento de los mejores graduados por la banca de inversión, para auspiciar un reciclamiento del talento hacia la educación, la investigación o la salud. Quienes quieran seguir “empaquetando productos caros cuyo contenido no comprenden bien pueden encontrar lugar en el departamento de envolturas de Harrod’s”. No extrañaremos, añade, la “deferencia automática a los titanes de la banca de inversión, muchos de los cuales han mostrado no merecerla”. “Finalmente –dice– complace ver lo que parece ser el fin de una actitud hostil a los damnificados sociales. Cuando incluso los más poderosos en el planeta financiero se han visto forzados a buscar ayuda de la gran masa de lo contribuyentes, se reclama de todos nosotros una actitud más humilde” (FT, 24/12/08, p.6).

Adiós a todo eso, en efecto: a la creencia en “fundamentos” que resultaron minas de arena para un capitalismo desenfrenado que desde Thatcher y Reagan, pasando por Clinton y el pendenciero texano, se quiso imponer como pensamiento y camino únicos. El fin, esperemos, de un “modelo” destinado a pervertir la calidad humana, volver mercancía la tierra, el aire o el trabajo, y convertir en mercado la relaciones sociales y personales.

Hace poco más de 20 años, tras caer el Muro y desplomarse la URSS, un connotado marxista británico exclamó: “al diablo con todo eso”. Hoy podemos decir lo mismo del experimento globalista que ha puesto al mundo real, global sin duda pero diverso y desigual como nunca, en peligro inminente. Sólo repensando esa globalidad para reconvertirla en visión y estrategia solidaria con la especie y el resto de la naturaleza podrá imaginarse una recuperación sostenida que no requiera, como la tragedia que empezara en 1929, de la guerra y la destrucción masiva para sostenerse.

¿Podemos hacer nuestra propia lista de abandonos deseables? En el plano de la economía política podríamos desear el dejar atrás la necedad y miopía de Hacienda, vuelta arrogancia párvula en triste emulación de la “era de la ignorancia” de Greenspan y compañía (Cf. William A. Fleckenstein con Frederick Sheeham: Greenspan’s Bubbles. The age of ignorance at the Federal Reserve). La política económica reclama menos dogma y más disposición al riesgo, menos prudencia y más pragmatismo, menos resignación y más experimentación y creatividad. Pero más allá de esto, la economía debe volver a imaginarse como economía política nacional porque sólo así podremos ser efectiva y creativamente globales. Y no al revés, como se buscó por casi un cuarto de siglo para amanecer más dependientes y vulnerables en el vagón de cola de un ferrocarril descarrilado.

Adiós a todo esto, pues, si es que podemos todavía aspirar a que la política produzca democracia y buen gobierno, para encaminar al Estado hacia un perfil social, democrático y de derecho. Como lo buscaran Roosevelt y los suecos y entre nosotros el gran general y presidente Lázaro Cárdenas. Revisemos la historia, pero no renunciemos a sus lecciones señeras.


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domingo, 28 de diciembre de 2008

CAMINO HAY




Rolando Cordera Campos
Camino hay

No resulta útil para el debate y las decisiones que el Estado tendrá que tomar pronto, insistir en la bondad de la ruta adoptada hace casi 25 años. Tampoco nos sirve reiterar que no contamos con alternativas, salvo que por ello se entienda un plan integral y un futuro perfecto, sin incertidumbre ni fallas. De eso no hay en la tienda global, nunca ha habido, y si algo enseña el desplome de la apuesta histórica del comunismo soviético es precisamente eso: el futuro no existe, se hace o “recupera” en el camino, y toca a la política y al ingenio y astucia de los dirigentes encontrar las maneras no de no fallar sino, como dijera Becket, de hacerlo cada vez mejor.

No es la falta de alternativas la que debe acongojarnos, sino la enorme falla que aqueja a la geología política nacional, que se expresa en un Estado sobrecogido, convencido a la vez de que no tiene opciones y de que el camino elegido no sólo es el bueno sino el único. Con un Estado así, abrumado por la duda y la certeza, resulta imposible empezar a recorrer el sendero incierto a que obliga la crisis actual, no se diga la búsqueda de opciones para un desarrollo que antes de la crisis había mostrado su falta de versatilidad y de capacidades para innovar y auspiciar la creatividad económica y social.

Es en este cruce de caminos que habrá de resolverse no sólo la salida del atolladero, sino nuestra capacidad nacional de superar encrucijadas históricas, como la que se teje con los días al calor de los inclementes impactos de la tormenta global.

La primera condición que hay que cumplir para abandonar este páramo de indecisiones es reconocer la realidad tal y como nos la ofrece el presente. Admitir que encaramos la adversidad a partir de una debilidad flagrante de las instituciones encargadas de la conducción económica y de una fragilidad abrumadora en materia de dirección política: en la toma de decisiones y en la mediación y encauzamiento del conflicto político y social, tarea fundamental de la política en tiempos de huracán, como son los de hoy y serán los del mañana previsible.

Los datos y sus tendencias son inequívocos: las familias sufrirán la pérdida de empleos y su abierto estancamiento; las empresas verán disminuir ventas y ganancias y el crédito no acudirá en su auxilio; el gobierno federal asistirá al derrumbe de los precios petroleros, a la reducción del de por sí exiguo impuesto sobre la renta y al declive del IVA. Y la nación en su conjunto verá obstruida su principal válvula de escape con el cierre de las fronteras y el desempleo estadunidense, y el mundo de la informalidad se aproximará a sus límites apocalípticos: todos en la compra y la venta sin posibilidad cierta de recuperación de algún excedente. Instituciones, política, sociedad, se dan cita en una esquina funesta donde sólo puede brillar el oro criminal.

Romper lo que amenaza convertirse en un equilibrio destructivo es la tarea de la política y, en especial y con urgencia, de la política económica. El laberinto empezó por la finanza infame, pero ahora se bifurca en lo productivo y lo social, cuyas señas de identidad vuelven a ser las clásicas: empleo, salarios, ganancias, acumulación, crecimiento. Una cadena sublimada por la desregulación y el carnaval financiero, que ahora busca su restablecimiento en la mente y el corazón de un capitalismo perplejo ante el abuso y la tragedia que, sin embargo, busca a brazo partido el hilo de una Ariadna que, por lo pronto, disfruta de una victoria agridulce sobre la arrogancia neoliberal que llegó a creerse aquello del fin de la historia.

Sí hay camino si asumimos que hay que echar a andar ya, como requisito para atisbar el trazo que sigue. Hay que habilitar técnicamente al Congreso para cogobernar la economía sin incurrir en los dislates de distribución prebendaria del presupuesto a que lo llevaron Fox y las triquiñuelas de su vicepresidente económico. Hay que obligar al Ejecutivo a que acuda a la asesoría profesional de expertos independientes y avalados por el Legislativo, para por lo menos distender las camisas de fuerza a que lo han sometido Hacienda y sus extrañas coaliciones, que por lo visto no representan a nadie, o a muy pocos; hay que reformar la ley del Banco de México y ponerlo a pensar y actuar por el crecimiento y no sólo contra la inflación; hay que rescatar lo que queda de la banca de desarrollo y ponerla al servicio de la promoción productiva y del empleo.

Imaginar así lo inmediato nos puede permitir configurar una alternativa al pantano en que hemos estado, antes de y ahora en la crisis. Para decirlo en breve: “la situación exige un plan de emergencia para la protección del empleo y de la planta productiva. Este plan deberá ser nacional, contar con la aprobación de los poderes de la Unión, de los gobiernos estatales y municipales, de todas las fuerzas políticas, de las representaciones de empresarios y de obreros, así como de la sociedad civil”. (El Segundo Consenso de Huatusco. La política económica de México en tiempos de crisis. Reflexiones del Grupo Huatusco. México DF: 8/12/08)

Senda hay… lo que debe hacerse es arriesgarse a caminarla… y sufrirla.


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SITIO PARA LA NUEVA REFINERIA ¡YA!




Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx
Sitio para la nueva refinería: ¡ya!

Cada rato salen “propuestas” de gobernadores u otros políticos demandando que la nueva refinería se ubique en su estado. Este es un desgaste inútil, cuando los estudios están realizados y el resultado de los mismos debería ser evidente. Es más, se debe iniciar el trabajo, empezando por la adquisición de los lotes si Pemex no los tiene ya. Si no se hace esto, sólo se logrará que suban de precio los terrenos.

En el sitio de Pemex en Internet está el Estudio de viabilidad para construir una nueva refinería en México. Hay ahí también un boletín de prensa, el 135 del 30 de julio de 2008. El estudio tiene esa misma fecha. En el boletín se indica que ese mismo día este documento se envió al Congreso de la Unión a través de su Comisión Permanente.

Entre los elementos que se definen en el estudio está la ubicación de la nueva refinería. Se hace especialmente una comparación entre los costos, para cada sitio, de la inversión para la infraestructura necesaria, en el orden siguiente: Cadereyta, Campeche, Dos Bocas, Minatitlán, Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Salina Cruz, Tula y Tuxpan. Se toman en cuenta costos como el del oleoducto para llevar petróleo crudo a la nueva refinería, poliducto para llevar los refinados a los sitios de consumo y otros.

En el texto se usan cifras redondeadas, y las vamos a usar para una primera comparación. El más caro es Cadereyta, con un costo “superior a 2 mil 500 millones de dólares”. Le siguen Lázaro Cárdenas y Campeche con mil 600 y mil 500 millones respectivamente. Los más baratos son Tula, con 850 millones de dólares, y, el “ganador” en este sentido, es Tuxpan, con 640 millones.

Vamos a ver la comparación entre los dos sitios más baratos con un poco más de detalle, y con las cifras un poco más precisas, que aparecen en las tablas. La principal ventaja para Tuxpan es con el oleoducto, ya que está más cerca de las zonas productoras de petróleo crudo: 619 millones de dólares, la mayor parte de su costo total de infraestructura, que ya más precisamente es de 637 millones.

En Tula, el oleoducto cuesta 769 millones. La otra diferencia es por el costo del poliducto, que no es mucho pero cuenta: 64 millones de dólares. En Tuxpan no se incluye este gasto porque por ahí se importa la mayor cantidad de refinados, y se pueden aprovechar las instalaciones cuando, en vez de importaciones, haya producción local de refinados en ese puerto. El precio más detallado para Tula es de 852 millones de dólares, y la diferencia entre ambos sitios es de 215 millones a favor de Tuxpan.

Las diferencias de costo con otros posibles sitios, obviamente, son mucho mayores, y no tiene caso que gobernadores u otros políticos estén reclamando que la instalación sea en su estado. El estudio es de hace cinco meses. Y está disponible en el sitio de Pemex.

Hay un cuadro resumen al final de esta parte del estudio. Se agrega el costo de inversión en la refinería misma, que es el mismo para todos los sitios. De ahí que la diferencia entre Tula y Tuxpan, de la “inversión total”, sean los mismos 215 millones de dólares. Pero a la hora de la “tasa interna de retorno” que se identifica con la “rentabilidad”, los dos sitios aparecen con el mismo porcentaje: 15.6; y el peor caso, Cadereyta, con 12.3 por ciento. Se da la impresión de que Tula podría ser tan rentable como Tuxpan. Esto no tiene ninguna base en las cifras publicadas ya mencionadas. No nos explican por qué y cómo fue que Tula, donde el costo de inversión total es mayor, resulta con la misma rentabilidad que Tuxpan. El texto que sigue a la tabla, además, contradice unas cifras de la misma. Dice que “todos los sitios presentan una rentabilidad aceptable (mayor a 12 por ciento) salvo el caso de Cadereyta”. ¿Por fin? ¿No que la tasa es 12.3 por ciento en Cadereyta? Se presenta en este proceso de cálculo un dato intermedio, el valor presente neto, que tampoco se explica por qué introduce cambios, que no lo incluimos en detalle para no crear un cuadro más complicado.

Haciendo a un lado estos elementos poco claros o engañosos, las cifras son transparentes en el sentido de que es más barata la inversión total en Tuxpan, y también lo es de dónde se originan las diferencias de costo. Aun si las tasas fueran iguales en ambos sitios, hay costos de operación, como la generación de electricidad con gas natural, ciclo combinado o turbogás, que serían más bajos en Tuxpan por estar al nivel de mar. Hay que ponerse a trabajar en vez de alimentar polémicas estériles. Hay que arrancar el trabajo y hacer lo posible para que se termine la nueva refinería en este sexenio. Con pura saliva no se va a hacer nunca. Con este estudio y los cinco meses que lleva ahí, no hay pretexto para autoconcederse nuevos plazos para decidir.

El estudio incluye definir la capacidad con la que la rentabilidad es máxima. Se concluye que “el mayor valor se genera cuando se incrementa la capacidad de proceso hasta 600 mbd, en dos trenes de refinación”. Al tren de refinación que ahora se inicia, de 300 mil barriles diarios (mbd) de crudo procesado, se agregaría un segundo tren, a empezarse a partir de 2010, con esa misma capacidad. Agrego que esto nos acerca mucho más a la autosuficiencia en combustibles.

En relación con esto, no está de más decir que en el estudio se incluye un primer plano de localización de plantas, y otros elementos que permiten iniciar ya proyectos ejecutivos y trabajos en general. Además, hay partes del estudio general que no dependen de los proyectos detallados de cada planta y que se pueden iniciar, como los estudios topográficos y del subsuelo, el aplanado del sitio, y la barda o bardas perimetrales. Se supone que se trata de hacer frente a la crisis, crear empleos calificados y de construcción ya, y adquirir producción nacional como, inicialmente, concreto y estructuras. Pues adelante.


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viernes, 26 de diciembre de 2008

LA ORDEN




Luis Javier Garrido
La orden

El hallazgo de ocho militares decapitados en las inmediaciones de Chilpancingo (Guerrero) el domingo 21 ha sido el detonador de una nueva crisis en las fuerzas armadas mexicanas y en el gobierno de facto de Felipe Calderón, que parece hundido en la más absoluta incapacidad ante la situación de violencia que él mismo ha generado y ahora ante las amenazas de Washington.

1. La primera constatación que tiene que hacerse al analizar el escenario de violencia institucional con el que culmina 2008 en México es que éste ha sido generado por el gobierno de facto calderonista y que la responsabilidad por lo que acontece debe ser asumida plenamente por quien es el principal culpable: Felipe Calderón.

2. Los hechos son irrefutables. La estrategia de lucha contra el narco del gobierno panista en acatamiento a la Iniciativa Mérida impuesta por la Casa Blanca ha fracasado por completo y en el plano institucional sólo ha conducido a debilitar al Ejército al utilizarlo como fuerza policiaca en contra de los dispuesto por la Constitución: obligándolo a someterse a la DEA y a otras agencias estadunidenses, mermándolo con decenas de miles de deserciones, penetrándolo cada vez más por el narcotráfico, haciéndolo cometer innumerables violaciones a los derechos humanos, y ahora exhibiéndolo en su fracaso en una tarea para la cual no está preparado.

3. Los discursos de Felipe Calderón en La Ciudadela y del general Enrique Alonso en las exequias de las víctimas el lunes 22 hablando con amenazas son, por lo mismo, inadmisibles y sólo evidencian el desastre institucional de la administración panista. ¿Venganza contra quién? ¿Contra las decenas de miles de campesinos empobrecidos por las políticas de los gobernantes y que se dedican a esas actividades ilícitas como única salida?

4. El airado boletín de prensa enviado por la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) a los medios, publicado el miércoles 24, lamentándose de la forma en que los medios informaron de las ejecuciones en Guerrero, no hace por otra parte más que evidenciar el malestar de la cúpula militar. La alta oficialidad no puede, sin embargo, ignorar que el Ejército Mexicano está cumpliendo un papel anticonstitucional al actuar como Ministerio Público y policía ministerial o judicial, que si su papel lo entendieron, equivocadamente, como “una guerra”, la están perdiendo; que han cometido innumerables violaciones a los derechos humanos, y, lo más grave, que han sufrido más de 100 mil deserciones por lo que la lucha contra el narco es en buena medida una serie de absurdos enfrentamientos armados entre militares y ex militares ahora al servicio de los capos.

5. Los grupos más activos de la extrema derecha mexicana se hallan en tanto en la más absoluta desazón. No pueden exigirle nada a Calderón en materia de seguridad pública porque ellos lo impusieron y son corresponsables de todo, de ahí su extravío y que ahora anhelen una mayor fascistización del gobierno y vean a Colombia como su modelo sin entender lo que está pasando. La locutora Denise Maerker del Canal 2 de televisión se quedó por eso pasmada cuando el martes 23 preguntó en su programa a Ingrid Betancourt si el gobierno de Uribe podía ser “un ejemplo para México” y la recién liberada le contestó tajante, para vergüenza de Televisa: “el gobierno de Colombia no puede ser un ejemplo para nadie”.

6. La entrevista dada por George W. Bush a The Washington Times el 22 de diciembre, reproducida parcialmente por El Universal del día siguiente, no deja, sin embargo, lugar a dudas. A menos de un mes de abandonar la Casa Blanca, el gobernante más turbio que ha tenido Estados Unidos y cuya familia ha sido vinculada desde el gobierno de su padre con los grandes intereses del narcotráfico, hace una advertencia al futuro gobierno de Barack Obama que más parece ser una tétrica advertencia a la administración de facto de Calderón. Obama, dice Bush, “tendrá que enfrentar a los cárteles del narcotráfico en el propio vecindario”, y “la primera línea de esa guerra debe ser México”.

7. La sumisión del gobierno de facto de Calderón al plan de la administración republicana de llevar a cabo una supuesta “guerra contra el narco” ha llevado, en consecuencia, no sólo a instaurar una violencia generalizada en distintas zonas del país, a quebrantar el orden jurídico atentando contra las instituciones, a violentar los derechos humanos fundamentales y a dañar la convivencia social y la economía nacional, sino que entraña además otra consecuencia muy grave: comprometer seriamente la soberanía de la nación. Una semana después de que el gobierno estadunidense declarara a los cárteles mexicanos como “la mayor amenaza del crimen organizado contra Estados Unidos”, Bush exige que las políticas que él instauró sean permanentes, y abre la vía para que la intervención de Washington sea cada vez mayor en México.

8. El futuro gobierno de Obama no va a ser tan diferente en su política exterior como muchos están empeñados en creer y es previsible que en esta materia, gracias en buena medida a las políticas erróneas del gobierno panista, va a continuar viendo a México como un peligro para su país y, en función de la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos impuesta por Bush –que ya es institucional–, a hacer valer el privilegio que Washington se otorga a sí mismos para intervenir en cualquier país donde exista una supuesta amenaza a sus intereses.

9. La supuesta “guerra contra el narco” de Calderón, vista desde Washington como una vía para acelerar el proceso de desmantelamiento del Estado mexicano, y entendida por Calderón como una pantalla para ocultar su ilegitimidad y su incompetencia, así como sus políticas antinacionales y antipopulares –que tanto están dañando al pueblo de México–, no ha conducido a los objetivos que vislumbraron los ambiciosos panistas. El narco se ha fortalecido y armado como nunca antes en su historia, y Calderón no sólo no se ha legitimado, sino que su incompetencia y venalidad se han hecho cada vez más evidentes con un saldo patético para México en el que el desprestigio y la crisis gravísima por la que atraviesan las fuerzas armadas como consecuencia de haber transgredido su papel constitucional, no son más que un ejemplo.

10. El dilema por el que atraviesa el gobierno de facto es muy claro, pues de negarse a retirar ya al ejército de esas tareas y persistir en su sometimiento a las políticas dictadas por las agencias estadunidenses, el narco se fortalecerá aún más y se seguirá armando sin límites, la crisis interna de las fuerzas armadas mexicanas continuará ahondándose y el país irá cada vez más a un despeñadero de violencia y a una mayor crisis social y económica, y desde luego institucional.


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domingo, 21 de diciembre de 2008

REPLANTEAR LA POLITICA: ¿PORQUE NO EL TLC?




Rolando Cordera Campos
Replantear la política: ¿por qué no el TLC?

Los paralelismos pueden servir para llamar la atención, ilustrar lo que se podría hacer, y desde otros enfoques, para minimizar la magnitud de la crisis. Poco o nada qué ver con la terrible colisión de 1929, dicen los enterados, pero, como concluyera el Segundo Consenso de Huatusco (29/11/08), “parece probable que será de mayor profundidad y mayor duración que cualquiera de las recesiones modernas y que la recuperación será más lenta y prolongada”.

Final horribilis del gran cambio del capitalismo que arrancó a principios de los años 70 con la estanflación americana y nos depositó en las corrientes de una globalización sin orden internacional ni liderazgo unipolar sustentable. Las presunciones de Clinton, Rubin y Summers a finales del siglo fueron en realidad bravatas, y no trazaron un curso que pudiera retomarse frente al desastre de la desregulación y el culto al mercado libre que el compadre y maestro de Clinton Alan Greenspan convirtió en práctica vudú en homenaje a Reagan.

Sigue Huatusco: “La crisis golpeará con virulencia a México dada la estrecha asociación del ciclo de la economía mexicana con la de Estados Unidos, nación donde se generó y se ha dispersado al resto del mundo”. Llegó la hora buena de las malas nuevas y hay que buscar la forma de actuar y de cambiar sin atropellarnos para no ser atropellados. De intentar mucha ingeniería fiscal y financiera y de atreverse a revisar lo hecho.

Lo cierto es que en materia de paradigmas estamos más solos que antes, cuando se cantaba la victoria del pensamiento único y se presentaba al libre mercado como camino ancho sin boleto de regreso. Y hay quien todavía insiste en que “no hay más ruta que la suya”.

La inconveniencia de repensar el camino de la integración de América del Norte por la vía del TLCAN fue voceada por Calderón hace unas semanas en Lima, llamando a Obama a la prudencia. Ahora se le unen exégetas a la orden, convencidos liberistas manchesterianos y acomodados de lo más diverso, que no quieren saber de cambio alguno salvo el que tenga que ver con la mudanza del portafolio accionario.

La coalición que se formó en torno a las reformas neoliberales era variopinta en su inspiración e intereses: iba del hartazgo con el mal manejo y la obstinación burocrática asociada con el estatismo, hasta la ilusión con una modernización que “ahora sí” vendría del norte y pondría a buen recaudo las veleidades del presidencialismo en materia de política económica. Para algunos, la apertura económica era también apertura política, tal cual, como en los buenos tiempos del marxismo soviético y dogmático.

La posibilidad de tener pronto carros con sistemas eléctricos completos o computadoras al precio de Estados Unidos llenaba de entusiasmo a más de un cosmopolita y la autoimagen de “ciudadanos del mundo” cundió entre la nueva burocracia y los émulos del yupismo a la Wall Street. Si había que aguantar algo de “populina” con el Pronasol que proponía la movilización y la organización comunitaria era por táctica astuta, porque pronto vendría la normalización con una democracia sin adjetivos y una política sin objetivos... sociales o de Estado. Todo sería mercado y sucedáneos en el plano del poder o la intermediación de los negocios ante el gobierno. Con la irrupción del federalismo salvaje, sin reglas ni compromisos con la (re)constitución del horadado centro, la fiesta de la intermediación se volvió carnaval y en los años del nuevo auge petrolero orgía político-presupuestaria. Todo fue arreglo e ingeniería financiera. Pero eso se acabó y los tiempos duros mandan, ofuscan, aplastan.

El TLCAN debería, desde luego, revisarse conceptualmente para asumir que el punto de partida era insuficiente o equivocado: no es el comercio, por más libre y amplio que sea, el que determina la convergencia entre los países, tengan o no un tratado. Es la capacidad del más débil, su inversión y conducción política, y la disposición del más fuerte para apoyarlo, lo que define los ritmos del desarrollo y del cambio institucional y así la superación progresiva de la asimetría estructural y de niveles de vida.

Calderón perdió la oportunidad de hacer retórica de la buena y ripostarle a Obama desde la perspectiva de la desigualdad que marca la región y condiciona la propia marcha del tratado. Si de revisar se trata, habría que reclamar un replanteamiento de fondo de los supuestos criterios de evaluación y perspectivas que lo delinearon y han marcado su rumbo.

Si utilizásemos criterios como el ritmo de crecimiento económico y del empleo, de los salarios o del desarrollo humano, no digamos del grado interno de integración industrial, tendríamos que admitir que como factor de promoción de estas dimensiones el TLCAN se quedó muy atrás de las expectativas que despertó su venta, dentro de México pero también en Estados Unidos y Canadá. El norte mexicano es impresentable como muestra de éxito social del comercio libre, y del sur sólo tenemos que recordar su existencia.

El desplome que ha empezado a ocurrir en nuestras magras cifras de superación de la pobreza, empleo y consumo moderno no puede desligarse de una fragilidad que viene de lejos, que el libre comercio no enmendó y que ahora la crisis magnifica. Seguir haciendo cuentas de gran capitán con las cifras de exportaciones e importaciones no es más que un triste remedo de la venta de indulgencias y piezas de vidrio que acompañó la otra conquista. No se trata de echar por la borda lo logrado sino de calibrarlo para usarlo a nuestro favor y sembrarlo para el futuro. Nada de eso se va a lograr con salmos a David Ricardo y sus ventajas comparativas que ya a nadie entusiasman.


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ANTE LA CRISIS: HECHOS O PALABRAS




Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx
Ante la crisis: hechos o palabras

En las reuniones de países latinoamericanos y del Caribe llevadas a cabo en Salvador de Bahía, Brasil, se expresaron propocisiones importantes. Hubo posiciones unitarias que arrastraron incluso a los gobiernos derechistas que aún quedan en la región. Entre ellas, la formalización de la incorporación de Cuba, la oposición al bloqueo a este mismo país y la necesidad de unirse regionalmente sin la presencia de países externos.

Los hechos y la política económica, sin embargo, no han sido tan uniformes. En los días inmediatos anteriores a las reuniones pasaron cosas importantes. En Brasil se agregó al ya existente Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) una serie de medidas adicionales. Una de ellas la forman grandes créditos a empresas que tienen dificultades de seguirlos obteniendo en el exterior. También se suspenden o reducen algunos impuestos a automóviles, especialmente los económicos, con el compromiso de los fabricantes de mantener el número de sus trabajadores.

En Argentina, horas antes de salir a las reuniones de Brasil, la presidenta anunció un amplio plan de inversiones en obras públicas, encaminado expresamente a crear fuentes de trabajo y a aumentar el consumo interno. Esto se agrega a un sistema de créditos para comprar artículos domésticos y coches, y otras líneas de crédito para empresas pequeñas y medianas y para exportaciones.

Ya fuera de América Latina, el gobierno saliente cambió, en Estados Unidos, las reglas de operación de las tarjetas de crédito. Se prohíbe que las empresas emisoras y operadoras de esas tarjetas aumenten las tasas de interés a compras ya realizadas. Es decir, los aumentos entran en vigor para lo que se compre a partir de la fecha en que se suban los intereses. No se permite cobrar con fecha límite menor que el de 21 días a partir del “cierre”, cuando ahora se cobra en muchos casos con dos semanas de límite. Se limitan las posibles comisiones y sanciones. También se previene que no se adopten cargos adicionales sin aviso con suficiente anticipación.

El gobierno saliente quiere quedar menos mal con los usuarios de tarjetas antes de irse, pero no quiere quedar mal con el sector financiero, así que la fecha en la que se aplican estas medidas es hasta julio de 2010. Pero ya hay una amplia discusión entre legisladores y posiblemente entre las filas del nuevo gobierno, y se preparan medidas adicionales para el próximo periodo de sesiones, y posiblemente se revisen también los plazos.

¿Y aquí? En los hechos, ya hemos mencionado los aumentos sistemáticos de precios de los energéticos y su repercusión en los demás precios. Las “ayuditas” y rescates son a empresas grandes que les “ayudaron” en la campaña electoral. La gente, que se amuele, aunque eso afecte también el mercado interno de las empresas chicas y grandes, en un momento en que el mercado externo está muy dañado, especialmente por nuestra dependencia de las ventas a Estados Unidos. Esto se nota mucho con los coches, ahora vemos plantas cerradas temporalmente. Y, claro, no hay medidas como las mencionadas en Argentina y Brasil, ni siquiera como la de las tarjetas de crédito del gobierno saliente de Estados Unidos.

Otra forma de ayuda selectiva. Se trabaja en Pemex en una licitación para una planta privada (que sería la primera, las anteriores fracasaron) para fabricar etileno, producto estratégico del que se producen muchos otros. La materia prima básica es el etano, que se separa del gas natural por enfriamiento y presión. Así como en una refinería generalmente el primer paso es la separación calentando el petróleo y separando los primeros refinados por su temperatura de gasificación o evaporación, en una procesadora de gas natural se separan por el procedimiento indicado los productos que tiene el gas natural, junto con el metano, que es el más abundante y que en la separación se queda en estado gaseoso.

Bueno, los tecnócratas decidieron que el gas natural mexicano debe venderse, incluso de un Pemex a otro (de Pemex Gas a Pemex Petroquímica en este caso) a precios del sur de Texas, porque Pemex es monopolio (aunque el artículo 28 constitucional diga lo contrario) y en esa parte de Estados Unidos sí hay mercado libre (aunque bastante monopolizado y con su propia especulación). El hecho es que es carísimo. En realidad, el gas en México siempre fue barato porque ha sido un subproducto del petróleo crudo, que es el que tiene más valor económico y el que se exporta. Y el gas, en vez de quemarlo (ahora se vuelve a quemar), pues se vendía a la petroquímica a buen precio o a otros usuarios como fuente de energía. México tuvo una petroquímica que en algunos casos destacaba en el ámbito mundial.

Bueno, pues en esa licitación que se prepara se le va a dar descuento al que “gane” el concurso. Se vende caro a Pemex Petroquímica y a usuarios “normales”, que no son “cuates”, y a estos últimos se les da el etano, derivado del gas natural, con descuento y que Pemex apechugue. Este peculiar gobierno toma medidas contra la crisis de unos cuantos, y los demás que se amuelen.


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domingo, 14 de diciembre de 2008

LO UTIL, LO BUENO Y LO PRUDENTE




Mario Di Costanzo Armenta
Lo útil, lo bueno y lo prudente

Estoy completamente seguro de que para muchos mexicanos el recuerdo del Fobaproa aún se encuentra intacto en su memoria. De hecho, es uno de los temas de los que más se ha escrito durante los últimos 10 años.

Independientemente de que existan defensores y detractores de este negro capítulo en la historia económica del país, para todos es una realidad que la discrecionalidad, la falta de transparencia, la corrupción y el tráfico de influencias son calificativos que aún ahora no pueden ser descontados al hablar de este tema.

Y es que resulta imposible negar que en la “panza” del Fobaproa se encuentran los créditos que no pagaron importantes personajes de la política, así como prominentes industriales con enorme capacidad económica que en algún momento decidieron transferir sus deudas a los contribuyentes, al ser rescatados por el Estado, bajo el lema de “proteger los ahorros de la gente común y corriente”.

Parte de lo anterior lo resume el propio Michael W. Mackey, auditor del Fobaproa, quien concluye textualmente lo siguiente: “Entendemos que en México, un número relativamente pequeño de grupos económicos (aproximadamente 10 o 12) son responsables de una parte muy importante de la actividad económica. Estos grupos operan típicamente a través de varias compañías en diversos sectores, incluyendo el financiero. Estos grupos adeudan cantidades importantes a los bancos que participaron en los programas del Fobarpoa. Muchos de ellos tienen o tuvieron participación accionaria en ciertos bancos revisados.

Más aún: el 21 de abril de 2003, el ahora ex vocal de la junta de gobierno del IPAB, Bernardo González Aréchiga, entregó al entonces presidente de la Comisión de Vigilancia de la Auditoria Superior de la Federación sus Memorias de Labores. Y en la página 13 del citado Informe refiere el siguiente párrafo:

“El terrible dilema que confrontó el Fobaproa, según uno de los responsables más importantes del rescate, se resume en la siguiente frase: ‘A raíz de la crisis bancaria de 1995, nosotros tuvimos que escoger entre cumplir la ley o reducir el costo fiscal. Optamos por reducir el costo fiscal. Espero que ustedes también tengan la capacidad de hacer lo propio cuando llegue el momento’”.

Esta abierta confesión de la violación a la ley durante el rescate bancario muestra que mientras que a estos grupos conformados por banqueros, prominentes industriales y políticos se les otorgó un trato preferencial, para millones de pequeños y medianos deudores la situación fue diferente, ya que las autoridades determinaron “aplicar la ley” y estas personas, “los nadies”, terminaron perdiendo sus bienes y propiedades.

Señalo lo anterior porque desde hace algunas semanas el gobierno ha venido instrumentando de manera velada una especie de Fobaproa II, dirigido a grandes empresas, pero ahora bajo el lema de “proteger al empleo y a la planta productiva nacional”.

Este rescate consiste en que a través de Nacional Financiera (Nafin) el gobierno, con recursos públicos, garantiza, es decir, “avala”, la deuda de las empresas que se hacen acreedoras de estos apoyos. De esta manera, y en pocas palabras, el gobierno “compra la deuda de estas empresas”.

Desafortunadamente, Nacional Financiera no ha informado de manera clara y transparente de las operaciones llevadas a cabo hasta el momento.

Lo que sí se sabe es que a partir del primero de enero del próximo año el ex presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM) y también ex presidente del Consejo de Administración de BBVA-Bancomer, será el nuevo director general de Nafin.

Todo esto contrasta dramáticamente con la actitud de “no me importa” que el gobierno ha manifestado con respecto del problema de la cartera vencida en créditos hipotecarios y tarjetas de crédito, y que se estima que afecta ya a más de un millón 446 mil personas, para las cuales no se han diseñado mecanismos de rescate.

Y es que al mes de septiembre del presente año la cartera vencida en tarjetas de crédito ascendió a 24 mil 584 millones de pesos, cifra superior en 206 por ciento a la registrada en las épocas del rescate bancario (diciembre de 1997) y 57 por ciento superior a la registrada en diciembre de 2006.

Si bien es cierto, que lo anterior se explica en buena medida, por el deterioro del ambiente económico, también lo es, que el alto costo de las comisiones y la tasa de interes que cobran las instituciones bancarias, han tenido mucho que ver en esta situación, a manera de ejemplo mientras que BBVA la tasa de interés total de una tarjeta de crédito emitida en México es de 80 por ciento, en España es de sólo 25 por ciento.

Esto se debe a la concentración de las actividades bancarias que ha permitido que la banca opere como un gran oligopolio.

Adicional a lo anterior, los bancos deben reconocer, que el problema se ha potenciado por la falta de una adecuada cultura financiera, por su estrategia de utilizar el llamado “crédito al consumo” como una herramienta de penetración de mercado, por las agresivas campañas que implementaron para la colocación de plásticos, y por la ampliación de líneas de crédito sin previa opinión del cliente, y careciendo de los análisis de su capacidad crediticia.

En pocas palabras, deben admitir su irresponsabilidad y corresponsabilidad en la gestación de este problema.

Por ello digo, que lo útil, lo bueno y lo prudente es que se disminuyan y pongan topes, a las comisiones y tasas de interes de estos plasticos, y que tanto el gobierno como los bancos, implementen programas de reestructuras a tasas “blandas” y condonación de adeudos, que impidan que este problema económico, se convierta un un asunto social de gran envergadura y que en este momento a nadie le conviene.

Al respecto, vale recordar que existe en la Cámara de Diputados un dictamen, aprobado ya por el Senado, que detalla un programa de apoyo a deudores de la banca y se conoce como “el artículo 62 bis” y sólo es cuestión de que exista la voluntad y sensibilidad política para resolver un problema que todavía es de dimensiones manejables.


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LA BARBARIE DE LA PENA DE MUERTE




Arnaldo Córdova
La barbarie de la pena de muerte

Creo que una verdadera tragedia de la ciencia del derecho penal ha sido siempre el nunca haber logrado una definición verdaderamente universal, convincente, libre de prejuicios sociales y resabios de barbarismos atávicos, de lo que es y debe ser la pena, vale decir, la sanción que se aplica en la comisión de ilícitos de toda índole. La misma palabra siempre suena a algo que en el derecho contemporáneo resulta inadmisible: castigo, venganza, exclusión, confinamiento, aniquilamiento. No hay manual o tratado en la materia en el que no se nos diga que la pena no es sólo sanción, sino un modo de prevenir el delito y regenerar los tejidos dañados en el seno de la convivencia social.

En este punto, no tiene remedio, siempre habrá que recordar al gran fundador de la ciencia del derecho penal moderno, el gran jurista y filósofo del derecho italiano del siglo XVIII, Cesare Beccaria. Fue un enemigo feroz de la pena de muerte y del concepto de la pena como castigo o venganza. Su doctrina se puede resumir en unas cuantas palabras: si la ley es fruto del contrato que los hombres tienen para organizar su sociedad, del consenso popular (él era un contractualista convencido), y es elaborada por los representantes populares, entonces es inadmisible que la pena sea considerada como venganza de la sociedad. El delito es como una enfermedad en el cuerpo social: no se le sana amputándolo.

Los delitos y las penas, decía, deben estar previstos en la ley (esa convicción dio origen a un aforismo emblemático de los foros de la abogacía: nullum crimen, nulla poena, sine legge, no hay crimen, no hay pena, sin una ley), no ser dictados por el juez que juzga al acusado ni, mucho menos, por quienes detentan el poder en la sociedad, político o de facto. Si de eso se trata, la pena debe ser como una operación que subsane el daño causado. De ahí nació la concepción humanista de la pena como sanción que no es vengativa, sino regenerativa y preventiva. Al órgano dañado, hay que curarlo, no extirparlo.

La pena como venganza es pura barbarie y no hay modo de justificarla de otra manera. Era el medioevo, decía el ilustre filósofo. El derecho está destinado a organizar y a regular la convivencia social. Mal se ve una rama del derecho que sólo obedece a instintos oscuros y bestiales que anidan en el alma de los hombres. Aumentar la severidad de las penas hasta hacerlas monstruosamente crueles e inhumanas, según algunos, sirve para azorrillar a los posibles delincuentes. Recuerdo que en la Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana un alumno presentó una tesis con el título: “Los efectos educativos de la pena de muerte”. Mi maestro, Guillermo Morales Osorio, cuando le tocó el turno de oír los argumentos, dijo: “Pues, ¡qué bien educado queda un cabrón al que le cortan la cabeza!”.

Beccaria consideraba que la pena como castigo o como venganza y, en especial, la pena de muerte, era una auténtica guerra de una parte de la sociedad contra otra. En un pasaje de su memorable obra De los delitos y de las penas, se preguntaba: “¿Por qué parece que en el presente sistema criminal, según la opinión de los hombres, prevalece la idea de la fuerza y de la prepotencia sobre la de la justicia…?” En un verdadero sistema criminal, remataba, hay un valor que debe estar por encima de los demás: el “interés de la verdad”. ¿Cuántos inocentes en la historia habrán sido injustamente condenados por ilícitos que no cometieron ni pensaron cometer? En nuestro medio, como se ha dicho, de 90 a 99 por ciento.

Esta tragedia de la ciencia penal, al no atinar a definir lo que es la pena, en realidad, es una tragedia de la sociedad de nuestros tiempos. Sigue siendo una guerra de una parte de la sociedad en contra de otra. Eso no es derecho. Ese Panchito Pantera que está resultando el gobernador de Coahuila y los monaguillos reaccionarios que hoy dirigen el PVEM, de verdad deben estar convencidos de que se trata de una guerra. El primero, además, con la divisa: “Vean qué machito tienen aquí; si los encuentro, los mato a todos”. La pregunta es siempre obligada: ¿cuántos inocentes serán sacrificados en esa guerra?

Dejemos de lado, por ahora, el que la reforma constitucional de 2005 a los artículos 14 y 22 abolió, definitivamente, la pena de muerte (por cierto, con los votos unánimes de los verdes), y el que México haya signado todos los tratados y convenios internacionales que la prohíben terminantemente. Aquí el problema sigue siendo el mismo desde la época de Beccaria: ¿para que sirve el derecho penal, para qué sirve la pena y, sobre todo, para qué sirve la pena de muerte? Todo mundo en todo el mundo lo ha hecho notar: las penas no asustan a los delincuentes ni les sirven de amenaza. El que comete un delito no piensa en esas cosas y menos si sabe que tiene todas las de ganar al quedar impune.

Desde luego que todos los razonamientos de los más enjundiosos penalistas del mundo con convicciones humanistas acerca de que la pena debe ser, ante todo, educativa y debe servir para rehabilitar al delincuente y reintroducirlo en la vida social como un hombre nuevo no son convincentes en absoluto. Debo decir, empero, que a mí siempre me han convencido. Pero el derecho penal moderno tiene, en todo momento, el mismo enemigo irreconciliable e inconcitable: el deseo de venganza de la sociedad. En primer lugar, al ofendido no se le puede ocurrir que se deba ser racional y generoso con el que lo ha agraviado. Y, luego, nuestras sociedades mojigatas y conservadoras, no pueden admitir que se pueda hacer algo con el delincuente para rehabilitarlo.

En el fondo, se trata de una tragedia de la sociedad y no sólo de una ciencia o de un modo de percibir la realidad. Mientras los hombres sientan que el agravio es una ofensa a sus intereses y no una enfermedad de o un daño a la sociedad, no habrá remedio. Una legión de juristas y abogados estadunidenses han dado sus testimonios sobre el hecho evidente de que, de cada diez condenados, muy probablemente nueve son inocentes. Sobre todo cuando se trata de la población afronorteamericana, tan castigada a lo largo de la historia en Estados Unidos. La pena de muerte y el “ojo por ojo” no sólo son una barbarie, son también una enfermedad de las sociedades de nuestro tiempo, inadmisibles para la civilización, si queremos ser civilizados, cosa cada vez más parecida a un arcano.

PS. En las próximas tres semanas estaré ausente de estas páginas. Ya nos veremos de nuevo.


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DE CALENTAMIENTOS



Rolando Cordera Campos
De calentamientos

Mientras en Poznan se exige al mundo que tome en serio el cambio climático y el calentamiento global, desde América Latina se advierte sobre la llegada de otro calentamiento: lo que, según me cuenta un amigo regio, el rector del Tecnológico de Monterrey ha bautizado como el “calentamiento social”.

Según el Panorama Social de la Cepal, “América Latina corre el riesgo de perder lo ganado en los años recientes en la reducción de la pobreza”. La crisis no deja espacio sin tocar en su arrebato y lo más probable es que a lo largo de la región se imponga un estancamiento del empleo nuevo y un aumento considerable en el número de plazas perdidas. Los afectados primeros serán los conocidos de siempre: jóvenes trabajadores precarios e informales, mujeres y viejos. Los damnificados serán los niños para quienes la protección es casi nula.

Gracias al boom de las materias primas que benefició sobre todo al Cono Sur, al despliegue de políticas anti pobreza y a la relativa estabilidad monetaria, el mercado laboral latinoamericano mejoró después de décadas que en materia de ocupación fueron más que perdidas. Muchos festinaron este nuevo “punto de inflexión” que daría vigor y aliento a unas democracias acosadas por la desigualdad y la mediocridad del crecimiento resultante de los cambios globalizadores. Pero el ciclo terminó antes de tiempo y, ahora, la preocupación por el malestar en la democracia que podría devenir malestar con la democracia según la fórmula acuñada por el PNUD en su informe de hace unos años, se vuelve emergencia ante un tiempo cargado de electricidad y nubes negras. El movimiento alcista en los precios de los productos básicos, detenido pero no revertido, no hará sino agravar la penuria de los grupos que habían visto disminuir su pobreza y gestaban esperanzas de mejoría gradual pero sostenida. Esto no va más, y el vuelo se detiene.

Es cierto, como informa Cepal, que desde 2002 las tasas de desocupación han bajado progresivamente en la gran mayoría de las áreas urbanas de los países de América Latina; sin embargo, hay que tener presente que “el desempleo sigue siendo elevado y en 2006 superaba en 2.4 puntos porcentuales el nivel de 1990”. Este es, junto con el encarecimiento de las canastas básicas, el punto de partida de la región para encarar la crisis global y debería ser el observatorio principal para tomarle el pulso y actuar en consecuencia. No es la deuda externa o el desequilibrio interno expresado en inflación y devaluaciones lo que hoy asuela la región, sino una deuda social no saldada y un pagaré en materia de transformación productiva que no se ha honrado cabalmente en ningún lado y que en buena medida se quiso archivar gracias a la expansión internacional y el boom de los productos primarios, incluido el petróleo.

Para México, la carga de estos pesados saldos insolutos parece menos aparatosa, pero quizás sea todo lo contrario. La caída en la actividad puede ser menos espectacular que en otros países, pero eso se debe a que aquí se impuso el no crecimiento como cultura nacional. Y lo mismo podría decirse de la situación financiera: no aparece tan explosiva por el mero hecho de que la banca no ha arriesgado y dedica sus afanes a cobrar la deuda pública interna (Fobaproa, IPAB, etcétera), a transferir ganancias a sus matrices externas y a “consultar con Madrid” en caso de duda.

Así, lo que ha habido en estos lustros de estancamiento estabilizador ha sido una acumulación de pendientes que alcanza su clímax en la perspectiva estudiada a fondo por el investigador Fernando Cortés de que en unos meses el país dé un salto para atrás y amplíe la pobreza extrema, llamada aquí alimentaria, sin detener el espectro de la urbanización de la carencia social que ya define el panorama total de la república. Habrá elecciones, digamos, pero no excedentes petroleros. A ver si con la noche vieja a Agustín Carstens se le ocurre despertar de su ya largo sueño

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