domingo, 28 de diciembre de 2008

CAMINO HAY




Rolando Cordera Campos
Camino hay

No resulta útil para el debate y las decisiones que el Estado tendrá que tomar pronto, insistir en la bondad de la ruta adoptada hace casi 25 años. Tampoco nos sirve reiterar que no contamos con alternativas, salvo que por ello se entienda un plan integral y un futuro perfecto, sin incertidumbre ni fallas. De eso no hay en la tienda global, nunca ha habido, y si algo enseña el desplome de la apuesta histórica del comunismo soviético es precisamente eso: el futuro no existe, se hace o “recupera” en el camino, y toca a la política y al ingenio y astucia de los dirigentes encontrar las maneras no de no fallar sino, como dijera Becket, de hacerlo cada vez mejor.

No es la falta de alternativas la que debe acongojarnos, sino la enorme falla que aqueja a la geología política nacional, que se expresa en un Estado sobrecogido, convencido a la vez de que no tiene opciones y de que el camino elegido no sólo es el bueno sino el único. Con un Estado así, abrumado por la duda y la certeza, resulta imposible empezar a recorrer el sendero incierto a que obliga la crisis actual, no se diga la búsqueda de opciones para un desarrollo que antes de la crisis había mostrado su falta de versatilidad y de capacidades para innovar y auspiciar la creatividad económica y social.

Es en este cruce de caminos que habrá de resolverse no sólo la salida del atolladero, sino nuestra capacidad nacional de superar encrucijadas históricas, como la que se teje con los días al calor de los inclementes impactos de la tormenta global.

La primera condición que hay que cumplir para abandonar este páramo de indecisiones es reconocer la realidad tal y como nos la ofrece el presente. Admitir que encaramos la adversidad a partir de una debilidad flagrante de las instituciones encargadas de la conducción económica y de una fragilidad abrumadora en materia de dirección política: en la toma de decisiones y en la mediación y encauzamiento del conflicto político y social, tarea fundamental de la política en tiempos de huracán, como son los de hoy y serán los del mañana previsible.

Los datos y sus tendencias son inequívocos: las familias sufrirán la pérdida de empleos y su abierto estancamiento; las empresas verán disminuir ventas y ganancias y el crédito no acudirá en su auxilio; el gobierno federal asistirá al derrumbe de los precios petroleros, a la reducción del de por sí exiguo impuesto sobre la renta y al declive del IVA. Y la nación en su conjunto verá obstruida su principal válvula de escape con el cierre de las fronteras y el desempleo estadunidense, y el mundo de la informalidad se aproximará a sus límites apocalípticos: todos en la compra y la venta sin posibilidad cierta de recuperación de algún excedente. Instituciones, política, sociedad, se dan cita en una esquina funesta donde sólo puede brillar el oro criminal.

Romper lo que amenaza convertirse en un equilibrio destructivo es la tarea de la política y, en especial y con urgencia, de la política económica. El laberinto empezó por la finanza infame, pero ahora se bifurca en lo productivo y lo social, cuyas señas de identidad vuelven a ser las clásicas: empleo, salarios, ganancias, acumulación, crecimiento. Una cadena sublimada por la desregulación y el carnaval financiero, que ahora busca su restablecimiento en la mente y el corazón de un capitalismo perplejo ante el abuso y la tragedia que, sin embargo, busca a brazo partido el hilo de una Ariadna que, por lo pronto, disfruta de una victoria agridulce sobre la arrogancia neoliberal que llegó a creerse aquello del fin de la historia.

Sí hay camino si asumimos que hay que echar a andar ya, como requisito para atisbar el trazo que sigue. Hay que habilitar técnicamente al Congreso para cogobernar la economía sin incurrir en los dislates de distribución prebendaria del presupuesto a que lo llevaron Fox y las triquiñuelas de su vicepresidente económico. Hay que obligar al Ejecutivo a que acuda a la asesoría profesional de expertos independientes y avalados por el Legislativo, para por lo menos distender las camisas de fuerza a que lo han sometido Hacienda y sus extrañas coaliciones, que por lo visto no representan a nadie, o a muy pocos; hay que reformar la ley del Banco de México y ponerlo a pensar y actuar por el crecimiento y no sólo contra la inflación; hay que rescatar lo que queda de la banca de desarrollo y ponerla al servicio de la promoción productiva y del empleo.

Imaginar así lo inmediato nos puede permitir configurar una alternativa al pantano en que hemos estado, antes de y ahora en la crisis. Para decirlo en breve: “la situación exige un plan de emergencia para la protección del empleo y de la planta productiva. Este plan deberá ser nacional, contar con la aprobación de los poderes de la Unión, de los gobiernos estatales y municipales, de todas las fuerzas políticas, de las representaciones de empresarios y de obreros, así como de la sociedad civil”. (El Segundo Consenso de Huatusco. La política económica de México en tiempos de crisis. Reflexiones del Grupo Huatusco. México DF: 8/12/08)

Senda hay… lo que debe hacerse es arriesgarse a caminarla… y sufrirla.


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SITIO PARA LA NUEVA REFINERIA ¡YA!




Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx
Sitio para la nueva refinería: ¡ya!

Cada rato salen “propuestas” de gobernadores u otros políticos demandando que la nueva refinería se ubique en su estado. Este es un desgaste inútil, cuando los estudios están realizados y el resultado de los mismos debería ser evidente. Es más, se debe iniciar el trabajo, empezando por la adquisición de los lotes si Pemex no los tiene ya. Si no se hace esto, sólo se logrará que suban de precio los terrenos.

En el sitio de Pemex en Internet está el Estudio de viabilidad para construir una nueva refinería en México. Hay ahí también un boletín de prensa, el 135 del 30 de julio de 2008. El estudio tiene esa misma fecha. En el boletín se indica que ese mismo día este documento se envió al Congreso de la Unión a través de su Comisión Permanente.

Entre los elementos que se definen en el estudio está la ubicación de la nueva refinería. Se hace especialmente una comparación entre los costos, para cada sitio, de la inversión para la infraestructura necesaria, en el orden siguiente: Cadereyta, Campeche, Dos Bocas, Minatitlán, Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Salina Cruz, Tula y Tuxpan. Se toman en cuenta costos como el del oleoducto para llevar petróleo crudo a la nueva refinería, poliducto para llevar los refinados a los sitios de consumo y otros.

En el texto se usan cifras redondeadas, y las vamos a usar para una primera comparación. El más caro es Cadereyta, con un costo “superior a 2 mil 500 millones de dólares”. Le siguen Lázaro Cárdenas y Campeche con mil 600 y mil 500 millones respectivamente. Los más baratos son Tula, con 850 millones de dólares, y, el “ganador” en este sentido, es Tuxpan, con 640 millones.

Vamos a ver la comparación entre los dos sitios más baratos con un poco más de detalle, y con las cifras un poco más precisas, que aparecen en las tablas. La principal ventaja para Tuxpan es con el oleoducto, ya que está más cerca de las zonas productoras de petróleo crudo: 619 millones de dólares, la mayor parte de su costo total de infraestructura, que ya más precisamente es de 637 millones.

En Tula, el oleoducto cuesta 769 millones. La otra diferencia es por el costo del poliducto, que no es mucho pero cuenta: 64 millones de dólares. En Tuxpan no se incluye este gasto porque por ahí se importa la mayor cantidad de refinados, y se pueden aprovechar las instalaciones cuando, en vez de importaciones, haya producción local de refinados en ese puerto. El precio más detallado para Tula es de 852 millones de dólares, y la diferencia entre ambos sitios es de 215 millones a favor de Tuxpan.

Las diferencias de costo con otros posibles sitios, obviamente, son mucho mayores, y no tiene caso que gobernadores u otros políticos estén reclamando que la instalación sea en su estado. El estudio es de hace cinco meses. Y está disponible en el sitio de Pemex.

Hay un cuadro resumen al final de esta parte del estudio. Se agrega el costo de inversión en la refinería misma, que es el mismo para todos los sitios. De ahí que la diferencia entre Tula y Tuxpan, de la “inversión total”, sean los mismos 215 millones de dólares. Pero a la hora de la “tasa interna de retorno” que se identifica con la “rentabilidad”, los dos sitios aparecen con el mismo porcentaje: 15.6; y el peor caso, Cadereyta, con 12.3 por ciento. Se da la impresión de que Tula podría ser tan rentable como Tuxpan. Esto no tiene ninguna base en las cifras publicadas ya mencionadas. No nos explican por qué y cómo fue que Tula, donde el costo de inversión total es mayor, resulta con la misma rentabilidad que Tuxpan. El texto que sigue a la tabla, además, contradice unas cifras de la misma. Dice que “todos los sitios presentan una rentabilidad aceptable (mayor a 12 por ciento) salvo el caso de Cadereyta”. ¿Por fin? ¿No que la tasa es 12.3 por ciento en Cadereyta? Se presenta en este proceso de cálculo un dato intermedio, el valor presente neto, que tampoco se explica por qué introduce cambios, que no lo incluimos en detalle para no crear un cuadro más complicado.

Haciendo a un lado estos elementos poco claros o engañosos, las cifras son transparentes en el sentido de que es más barata la inversión total en Tuxpan, y también lo es de dónde se originan las diferencias de costo. Aun si las tasas fueran iguales en ambos sitios, hay costos de operación, como la generación de electricidad con gas natural, ciclo combinado o turbogás, que serían más bajos en Tuxpan por estar al nivel de mar. Hay que ponerse a trabajar en vez de alimentar polémicas estériles. Hay que arrancar el trabajo y hacer lo posible para que se termine la nueva refinería en este sexenio. Con pura saliva no se va a hacer nunca. Con este estudio y los cinco meses que lleva ahí, no hay pretexto para autoconcederse nuevos plazos para decidir.

El estudio incluye definir la capacidad con la que la rentabilidad es máxima. Se concluye que “el mayor valor se genera cuando se incrementa la capacidad de proceso hasta 600 mbd, en dos trenes de refinación”. Al tren de refinación que ahora se inicia, de 300 mil barriles diarios (mbd) de crudo procesado, se agregaría un segundo tren, a empezarse a partir de 2010, con esa misma capacidad. Agrego que esto nos acerca mucho más a la autosuficiencia en combustibles.

En relación con esto, no está de más decir que en el estudio se incluye un primer plano de localización de plantas, y otros elementos que permiten iniciar ya proyectos ejecutivos y trabajos en general. Además, hay partes del estudio general que no dependen de los proyectos detallados de cada planta y que se pueden iniciar, como los estudios topográficos y del subsuelo, el aplanado del sitio, y la barda o bardas perimetrales. Se supone que se trata de hacer frente a la crisis, crear empleos calificados y de construcción ya, y adquirir producción nacional como, inicialmente, concreto y estructuras. Pues adelante.


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viernes, 26 de diciembre de 2008

LA ORDEN




Luis Javier Garrido
La orden

El hallazgo de ocho militares decapitados en las inmediaciones de Chilpancingo (Guerrero) el domingo 21 ha sido el detonador de una nueva crisis en las fuerzas armadas mexicanas y en el gobierno de facto de Felipe Calderón, que parece hundido en la más absoluta incapacidad ante la situación de violencia que él mismo ha generado y ahora ante las amenazas de Washington.

1. La primera constatación que tiene que hacerse al analizar el escenario de violencia institucional con el que culmina 2008 en México es que éste ha sido generado por el gobierno de facto calderonista y que la responsabilidad por lo que acontece debe ser asumida plenamente por quien es el principal culpable: Felipe Calderón.

2. Los hechos son irrefutables. La estrategia de lucha contra el narco del gobierno panista en acatamiento a la Iniciativa Mérida impuesta por la Casa Blanca ha fracasado por completo y en el plano institucional sólo ha conducido a debilitar al Ejército al utilizarlo como fuerza policiaca en contra de los dispuesto por la Constitución: obligándolo a someterse a la DEA y a otras agencias estadunidenses, mermándolo con decenas de miles de deserciones, penetrándolo cada vez más por el narcotráfico, haciéndolo cometer innumerables violaciones a los derechos humanos, y ahora exhibiéndolo en su fracaso en una tarea para la cual no está preparado.

3. Los discursos de Felipe Calderón en La Ciudadela y del general Enrique Alonso en las exequias de las víctimas el lunes 22 hablando con amenazas son, por lo mismo, inadmisibles y sólo evidencian el desastre institucional de la administración panista. ¿Venganza contra quién? ¿Contra las decenas de miles de campesinos empobrecidos por las políticas de los gobernantes y que se dedican a esas actividades ilícitas como única salida?

4. El airado boletín de prensa enviado por la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) a los medios, publicado el miércoles 24, lamentándose de la forma en que los medios informaron de las ejecuciones en Guerrero, no hace por otra parte más que evidenciar el malestar de la cúpula militar. La alta oficialidad no puede, sin embargo, ignorar que el Ejército Mexicano está cumpliendo un papel anticonstitucional al actuar como Ministerio Público y policía ministerial o judicial, que si su papel lo entendieron, equivocadamente, como “una guerra”, la están perdiendo; que han cometido innumerables violaciones a los derechos humanos, y, lo más grave, que han sufrido más de 100 mil deserciones por lo que la lucha contra el narco es en buena medida una serie de absurdos enfrentamientos armados entre militares y ex militares ahora al servicio de los capos.

5. Los grupos más activos de la extrema derecha mexicana se hallan en tanto en la más absoluta desazón. No pueden exigirle nada a Calderón en materia de seguridad pública porque ellos lo impusieron y son corresponsables de todo, de ahí su extravío y que ahora anhelen una mayor fascistización del gobierno y vean a Colombia como su modelo sin entender lo que está pasando. La locutora Denise Maerker del Canal 2 de televisión se quedó por eso pasmada cuando el martes 23 preguntó en su programa a Ingrid Betancourt si el gobierno de Uribe podía ser “un ejemplo para México” y la recién liberada le contestó tajante, para vergüenza de Televisa: “el gobierno de Colombia no puede ser un ejemplo para nadie”.

6. La entrevista dada por George W. Bush a The Washington Times el 22 de diciembre, reproducida parcialmente por El Universal del día siguiente, no deja, sin embargo, lugar a dudas. A menos de un mes de abandonar la Casa Blanca, el gobernante más turbio que ha tenido Estados Unidos y cuya familia ha sido vinculada desde el gobierno de su padre con los grandes intereses del narcotráfico, hace una advertencia al futuro gobierno de Barack Obama que más parece ser una tétrica advertencia a la administración de facto de Calderón. Obama, dice Bush, “tendrá que enfrentar a los cárteles del narcotráfico en el propio vecindario”, y “la primera línea de esa guerra debe ser México”.

7. La sumisión del gobierno de facto de Calderón al plan de la administración republicana de llevar a cabo una supuesta “guerra contra el narco” ha llevado, en consecuencia, no sólo a instaurar una violencia generalizada en distintas zonas del país, a quebrantar el orden jurídico atentando contra las instituciones, a violentar los derechos humanos fundamentales y a dañar la convivencia social y la economía nacional, sino que entraña además otra consecuencia muy grave: comprometer seriamente la soberanía de la nación. Una semana después de que el gobierno estadunidense declarara a los cárteles mexicanos como “la mayor amenaza del crimen organizado contra Estados Unidos”, Bush exige que las políticas que él instauró sean permanentes, y abre la vía para que la intervención de Washington sea cada vez mayor en México.

8. El futuro gobierno de Obama no va a ser tan diferente en su política exterior como muchos están empeñados en creer y es previsible que en esta materia, gracias en buena medida a las políticas erróneas del gobierno panista, va a continuar viendo a México como un peligro para su país y, en función de la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos impuesta por Bush –que ya es institucional–, a hacer valer el privilegio que Washington se otorga a sí mismos para intervenir en cualquier país donde exista una supuesta amenaza a sus intereses.

9. La supuesta “guerra contra el narco” de Calderón, vista desde Washington como una vía para acelerar el proceso de desmantelamiento del Estado mexicano, y entendida por Calderón como una pantalla para ocultar su ilegitimidad y su incompetencia, así como sus políticas antinacionales y antipopulares –que tanto están dañando al pueblo de México–, no ha conducido a los objetivos que vislumbraron los ambiciosos panistas. El narco se ha fortalecido y armado como nunca antes en su historia, y Calderón no sólo no se ha legitimado, sino que su incompetencia y venalidad se han hecho cada vez más evidentes con un saldo patético para México en el que el desprestigio y la crisis gravísima por la que atraviesan las fuerzas armadas como consecuencia de haber transgredido su papel constitucional, no son más que un ejemplo.

10. El dilema por el que atraviesa el gobierno de facto es muy claro, pues de negarse a retirar ya al ejército de esas tareas y persistir en su sometimiento a las políticas dictadas por las agencias estadunidenses, el narco se fortalecerá aún más y se seguirá armando sin límites, la crisis interna de las fuerzas armadas mexicanas continuará ahondándose y el país irá cada vez más a un despeñadero de violencia y a una mayor crisis social y económica, y desde luego institucional.


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domingo, 21 de diciembre de 2008

REPLANTEAR LA POLITICA: ¿PORQUE NO EL TLC?




Rolando Cordera Campos
Replantear la política: ¿por qué no el TLC?

Los paralelismos pueden servir para llamar la atención, ilustrar lo que se podría hacer, y desde otros enfoques, para minimizar la magnitud de la crisis. Poco o nada qué ver con la terrible colisión de 1929, dicen los enterados, pero, como concluyera el Segundo Consenso de Huatusco (29/11/08), “parece probable que será de mayor profundidad y mayor duración que cualquiera de las recesiones modernas y que la recuperación será más lenta y prolongada”.

Final horribilis del gran cambio del capitalismo que arrancó a principios de los años 70 con la estanflación americana y nos depositó en las corrientes de una globalización sin orden internacional ni liderazgo unipolar sustentable. Las presunciones de Clinton, Rubin y Summers a finales del siglo fueron en realidad bravatas, y no trazaron un curso que pudiera retomarse frente al desastre de la desregulación y el culto al mercado libre que el compadre y maestro de Clinton Alan Greenspan convirtió en práctica vudú en homenaje a Reagan.

Sigue Huatusco: “La crisis golpeará con virulencia a México dada la estrecha asociación del ciclo de la economía mexicana con la de Estados Unidos, nación donde se generó y se ha dispersado al resto del mundo”. Llegó la hora buena de las malas nuevas y hay que buscar la forma de actuar y de cambiar sin atropellarnos para no ser atropellados. De intentar mucha ingeniería fiscal y financiera y de atreverse a revisar lo hecho.

Lo cierto es que en materia de paradigmas estamos más solos que antes, cuando se cantaba la victoria del pensamiento único y se presentaba al libre mercado como camino ancho sin boleto de regreso. Y hay quien todavía insiste en que “no hay más ruta que la suya”.

La inconveniencia de repensar el camino de la integración de América del Norte por la vía del TLCAN fue voceada por Calderón hace unas semanas en Lima, llamando a Obama a la prudencia. Ahora se le unen exégetas a la orden, convencidos liberistas manchesterianos y acomodados de lo más diverso, que no quieren saber de cambio alguno salvo el que tenga que ver con la mudanza del portafolio accionario.

La coalición que se formó en torno a las reformas neoliberales era variopinta en su inspiración e intereses: iba del hartazgo con el mal manejo y la obstinación burocrática asociada con el estatismo, hasta la ilusión con una modernización que “ahora sí” vendría del norte y pondría a buen recaudo las veleidades del presidencialismo en materia de política económica. Para algunos, la apertura económica era también apertura política, tal cual, como en los buenos tiempos del marxismo soviético y dogmático.

La posibilidad de tener pronto carros con sistemas eléctricos completos o computadoras al precio de Estados Unidos llenaba de entusiasmo a más de un cosmopolita y la autoimagen de “ciudadanos del mundo” cundió entre la nueva burocracia y los émulos del yupismo a la Wall Street. Si había que aguantar algo de “populina” con el Pronasol que proponía la movilización y la organización comunitaria era por táctica astuta, porque pronto vendría la normalización con una democracia sin adjetivos y una política sin objetivos... sociales o de Estado. Todo sería mercado y sucedáneos en el plano del poder o la intermediación de los negocios ante el gobierno. Con la irrupción del federalismo salvaje, sin reglas ni compromisos con la (re)constitución del horadado centro, la fiesta de la intermediación se volvió carnaval y en los años del nuevo auge petrolero orgía político-presupuestaria. Todo fue arreglo e ingeniería financiera. Pero eso se acabó y los tiempos duros mandan, ofuscan, aplastan.

El TLCAN debería, desde luego, revisarse conceptualmente para asumir que el punto de partida era insuficiente o equivocado: no es el comercio, por más libre y amplio que sea, el que determina la convergencia entre los países, tengan o no un tratado. Es la capacidad del más débil, su inversión y conducción política, y la disposición del más fuerte para apoyarlo, lo que define los ritmos del desarrollo y del cambio institucional y así la superación progresiva de la asimetría estructural y de niveles de vida.

Calderón perdió la oportunidad de hacer retórica de la buena y ripostarle a Obama desde la perspectiva de la desigualdad que marca la región y condiciona la propia marcha del tratado. Si de revisar se trata, habría que reclamar un replanteamiento de fondo de los supuestos criterios de evaluación y perspectivas que lo delinearon y han marcado su rumbo.

Si utilizásemos criterios como el ritmo de crecimiento económico y del empleo, de los salarios o del desarrollo humano, no digamos del grado interno de integración industrial, tendríamos que admitir que como factor de promoción de estas dimensiones el TLCAN se quedó muy atrás de las expectativas que despertó su venta, dentro de México pero también en Estados Unidos y Canadá. El norte mexicano es impresentable como muestra de éxito social del comercio libre, y del sur sólo tenemos que recordar su existencia.

El desplome que ha empezado a ocurrir en nuestras magras cifras de superación de la pobreza, empleo y consumo moderno no puede desligarse de una fragilidad que viene de lejos, que el libre comercio no enmendó y que ahora la crisis magnifica. Seguir haciendo cuentas de gran capitán con las cifras de exportaciones e importaciones no es más que un triste remedo de la venta de indulgencias y piezas de vidrio que acompañó la otra conquista. No se trata de echar por la borda lo logrado sino de calibrarlo para usarlo a nuestro favor y sembrarlo para el futuro. Nada de eso se va a lograr con salmos a David Ricardo y sus ventajas comparativas que ya a nadie entusiasman.


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ANTE LA CRISIS: HECHOS O PALABRAS




Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx
Ante la crisis: hechos o palabras

En las reuniones de países latinoamericanos y del Caribe llevadas a cabo en Salvador de Bahía, Brasil, se expresaron propocisiones importantes. Hubo posiciones unitarias que arrastraron incluso a los gobiernos derechistas que aún quedan en la región. Entre ellas, la formalización de la incorporación de Cuba, la oposición al bloqueo a este mismo país y la necesidad de unirse regionalmente sin la presencia de países externos.

Los hechos y la política económica, sin embargo, no han sido tan uniformes. En los días inmediatos anteriores a las reuniones pasaron cosas importantes. En Brasil se agregó al ya existente Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) una serie de medidas adicionales. Una de ellas la forman grandes créditos a empresas que tienen dificultades de seguirlos obteniendo en el exterior. También se suspenden o reducen algunos impuestos a automóviles, especialmente los económicos, con el compromiso de los fabricantes de mantener el número de sus trabajadores.

En Argentina, horas antes de salir a las reuniones de Brasil, la presidenta anunció un amplio plan de inversiones en obras públicas, encaminado expresamente a crear fuentes de trabajo y a aumentar el consumo interno. Esto se agrega a un sistema de créditos para comprar artículos domésticos y coches, y otras líneas de crédito para empresas pequeñas y medianas y para exportaciones.

Ya fuera de América Latina, el gobierno saliente cambió, en Estados Unidos, las reglas de operación de las tarjetas de crédito. Se prohíbe que las empresas emisoras y operadoras de esas tarjetas aumenten las tasas de interés a compras ya realizadas. Es decir, los aumentos entran en vigor para lo que se compre a partir de la fecha en que se suban los intereses. No se permite cobrar con fecha límite menor que el de 21 días a partir del “cierre”, cuando ahora se cobra en muchos casos con dos semanas de límite. Se limitan las posibles comisiones y sanciones. También se previene que no se adopten cargos adicionales sin aviso con suficiente anticipación.

El gobierno saliente quiere quedar menos mal con los usuarios de tarjetas antes de irse, pero no quiere quedar mal con el sector financiero, así que la fecha en la que se aplican estas medidas es hasta julio de 2010. Pero ya hay una amplia discusión entre legisladores y posiblemente entre las filas del nuevo gobierno, y se preparan medidas adicionales para el próximo periodo de sesiones, y posiblemente se revisen también los plazos.

¿Y aquí? En los hechos, ya hemos mencionado los aumentos sistemáticos de precios de los energéticos y su repercusión en los demás precios. Las “ayuditas” y rescates son a empresas grandes que les “ayudaron” en la campaña electoral. La gente, que se amuele, aunque eso afecte también el mercado interno de las empresas chicas y grandes, en un momento en que el mercado externo está muy dañado, especialmente por nuestra dependencia de las ventas a Estados Unidos. Esto se nota mucho con los coches, ahora vemos plantas cerradas temporalmente. Y, claro, no hay medidas como las mencionadas en Argentina y Brasil, ni siquiera como la de las tarjetas de crédito del gobierno saliente de Estados Unidos.

Otra forma de ayuda selectiva. Se trabaja en Pemex en una licitación para una planta privada (que sería la primera, las anteriores fracasaron) para fabricar etileno, producto estratégico del que se producen muchos otros. La materia prima básica es el etano, que se separa del gas natural por enfriamiento y presión. Así como en una refinería generalmente el primer paso es la separación calentando el petróleo y separando los primeros refinados por su temperatura de gasificación o evaporación, en una procesadora de gas natural se separan por el procedimiento indicado los productos que tiene el gas natural, junto con el metano, que es el más abundante y que en la separación se queda en estado gaseoso.

Bueno, los tecnócratas decidieron que el gas natural mexicano debe venderse, incluso de un Pemex a otro (de Pemex Gas a Pemex Petroquímica en este caso) a precios del sur de Texas, porque Pemex es monopolio (aunque el artículo 28 constitucional diga lo contrario) y en esa parte de Estados Unidos sí hay mercado libre (aunque bastante monopolizado y con su propia especulación). El hecho es que es carísimo. En realidad, el gas en México siempre fue barato porque ha sido un subproducto del petróleo crudo, que es el que tiene más valor económico y el que se exporta. Y el gas, en vez de quemarlo (ahora se vuelve a quemar), pues se vendía a la petroquímica a buen precio o a otros usuarios como fuente de energía. México tuvo una petroquímica que en algunos casos destacaba en el ámbito mundial.

Bueno, pues en esa licitación que se prepara se le va a dar descuento al que “gane” el concurso. Se vende caro a Pemex Petroquímica y a usuarios “normales”, que no son “cuates”, y a estos últimos se les da el etano, derivado del gas natural, con descuento y que Pemex apechugue. Este peculiar gobierno toma medidas contra la crisis de unos cuantos, y los demás que se amuelen.


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domingo, 14 de diciembre de 2008

LO UTIL, LO BUENO Y LO PRUDENTE




Mario Di Costanzo Armenta
Lo útil, lo bueno y lo prudente

Estoy completamente seguro de que para muchos mexicanos el recuerdo del Fobaproa aún se encuentra intacto en su memoria. De hecho, es uno de los temas de los que más se ha escrito durante los últimos 10 años.

Independientemente de que existan defensores y detractores de este negro capítulo en la historia económica del país, para todos es una realidad que la discrecionalidad, la falta de transparencia, la corrupción y el tráfico de influencias son calificativos que aún ahora no pueden ser descontados al hablar de este tema.

Y es que resulta imposible negar que en la “panza” del Fobaproa se encuentran los créditos que no pagaron importantes personajes de la política, así como prominentes industriales con enorme capacidad económica que en algún momento decidieron transferir sus deudas a los contribuyentes, al ser rescatados por el Estado, bajo el lema de “proteger los ahorros de la gente común y corriente”.

Parte de lo anterior lo resume el propio Michael W. Mackey, auditor del Fobaproa, quien concluye textualmente lo siguiente: “Entendemos que en México, un número relativamente pequeño de grupos económicos (aproximadamente 10 o 12) son responsables de una parte muy importante de la actividad económica. Estos grupos operan típicamente a través de varias compañías en diversos sectores, incluyendo el financiero. Estos grupos adeudan cantidades importantes a los bancos que participaron en los programas del Fobarpoa. Muchos de ellos tienen o tuvieron participación accionaria en ciertos bancos revisados.

Más aún: el 21 de abril de 2003, el ahora ex vocal de la junta de gobierno del IPAB, Bernardo González Aréchiga, entregó al entonces presidente de la Comisión de Vigilancia de la Auditoria Superior de la Federación sus Memorias de Labores. Y en la página 13 del citado Informe refiere el siguiente párrafo:

“El terrible dilema que confrontó el Fobaproa, según uno de los responsables más importantes del rescate, se resume en la siguiente frase: ‘A raíz de la crisis bancaria de 1995, nosotros tuvimos que escoger entre cumplir la ley o reducir el costo fiscal. Optamos por reducir el costo fiscal. Espero que ustedes también tengan la capacidad de hacer lo propio cuando llegue el momento’”.

Esta abierta confesión de la violación a la ley durante el rescate bancario muestra que mientras que a estos grupos conformados por banqueros, prominentes industriales y políticos se les otorgó un trato preferencial, para millones de pequeños y medianos deudores la situación fue diferente, ya que las autoridades determinaron “aplicar la ley” y estas personas, “los nadies”, terminaron perdiendo sus bienes y propiedades.

Señalo lo anterior porque desde hace algunas semanas el gobierno ha venido instrumentando de manera velada una especie de Fobaproa II, dirigido a grandes empresas, pero ahora bajo el lema de “proteger al empleo y a la planta productiva nacional”.

Este rescate consiste en que a través de Nacional Financiera (Nafin) el gobierno, con recursos públicos, garantiza, es decir, “avala”, la deuda de las empresas que se hacen acreedoras de estos apoyos. De esta manera, y en pocas palabras, el gobierno “compra la deuda de estas empresas”.

Desafortunadamente, Nacional Financiera no ha informado de manera clara y transparente de las operaciones llevadas a cabo hasta el momento.

Lo que sí se sabe es que a partir del primero de enero del próximo año el ex presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM) y también ex presidente del Consejo de Administración de BBVA-Bancomer, será el nuevo director general de Nafin.

Todo esto contrasta dramáticamente con la actitud de “no me importa” que el gobierno ha manifestado con respecto del problema de la cartera vencida en créditos hipotecarios y tarjetas de crédito, y que se estima que afecta ya a más de un millón 446 mil personas, para las cuales no se han diseñado mecanismos de rescate.

Y es que al mes de septiembre del presente año la cartera vencida en tarjetas de crédito ascendió a 24 mil 584 millones de pesos, cifra superior en 206 por ciento a la registrada en las épocas del rescate bancario (diciembre de 1997) y 57 por ciento superior a la registrada en diciembre de 2006.

Si bien es cierto, que lo anterior se explica en buena medida, por el deterioro del ambiente económico, también lo es, que el alto costo de las comisiones y la tasa de interes que cobran las instituciones bancarias, han tenido mucho que ver en esta situación, a manera de ejemplo mientras que BBVA la tasa de interés total de una tarjeta de crédito emitida en México es de 80 por ciento, en España es de sólo 25 por ciento.

Esto se debe a la concentración de las actividades bancarias que ha permitido que la banca opere como un gran oligopolio.

Adicional a lo anterior, los bancos deben reconocer, que el problema se ha potenciado por la falta de una adecuada cultura financiera, por su estrategia de utilizar el llamado “crédito al consumo” como una herramienta de penetración de mercado, por las agresivas campañas que implementaron para la colocación de plásticos, y por la ampliación de líneas de crédito sin previa opinión del cliente, y careciendo de los análisis de su capacidad crediticia.

En pocas palabras, deben admitir su irresponsabilidad y corresponsabilidad en la gestación de este problema.

Por ello digo, que lo útil, lo bueno y lo prudente es que se disminuyan y pongan topes, a las comisiones y tasas de interes de estos plasticos, y que tanto el gobierno como los bancos, implementen programas de reestructuras a tasas “blandas” y condonación de adeudos, que impidan que este problema económico, se convierta un un asunto social de gran envergadura y que en este momento a nadie le conviene.

Al respecto, vale recordar que existe en la Cámara de Diputados un dictamen, aprobado ya por el Senado, que detalla un programa de apoyo a deudores de la banca y se conoce como “el artículo 62 bis” y sólo es cuestión de que exista la voluntad y sensibilidad política para resolver un problema que todavía es de dimensiones manejables.


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LA BARBARIE DE LA PENA DE MUERTE




Arnaldo Córdova
La barbarie de la pena de muerte

Creo que una verdadera tragedia de la ciencia del derecho penal ha sido siempre el nunca haber logrado una definición verdaderamente universal, convincente, libre de prejuicios sociales y resabios de barbarismos atávicos, de lo que es y debe ser la pena, vale decir, la sanción que se aplica en la comisión de ilícitos de toda índole. La misma palabra siempre suena a algo que en el derecho contemporáneo resulta inadmisible: castigo, venganza, exclusión, confinamiento, aniquilamiento. No hay manual o tratado en la materia en el que no se nos diga que la pena no es sólo sanción, sino un modo de prevenir el delito y regenerar los tejidos dañados en el seno de la convivencia social.

En este punto, no tiene remedio, siempre habrá que recordar al gran fundador de la ciencia del derecho penal moderno, el gran jurista y filósofo del derecho italiano del siglo XVIII, Cesare Beccaria. Fue un enemigo feroz de la pena de muerte y del concepto de la pena como castigo o venganza. Su doctrina se puede resumir en unas cuantas palabras: si la ley es fruto del contrato que los hombres tienen para organizar su sociedad, del consenso popular (él era un contractualista convencido), y es elaborada por los representantes populares, entonces es inadmisible que la pena sea considerada como venganza de la sociedad. El delito es como una enfermedad en el cuerpo social: no se le sana amputándolo.

Los delitos y las penas, decía, deben estar previstos en la ley (esa convicción dio origen a un aforismo emblemático de los foros de la abogacía: nullum crimen, nulla poena, sine legge, no hay crimen, no hay pena, sin una ley), no ser dictados por el juez que juzga al acusado ni, mucho menos, por quienes detentan el poder en la sociedad, político o de facto. Si de eso se trata, la pena debe ser como una operación que subsane el daño causado. De ahí nació la concepción humanista de la pena como sanción que no es vengativa, sino regenerativa y preventiva. Al órgano dañado, hay que curarlo, no extirparlo.

La pena como venganza es pura barbarie y no hay modo de justificarla de otra manera. Era el medioevo, decía el ilustre filósofo. El derecho está destinado a organizar y a regular la convivencia social. Mal se ve una rama del derecho que sólo obedece a instintos oscuros y bestiales que anidan en el alma de los hombres. Aumentar la severidad de las penas hasta hacerlas monstruosamente crueles e inhumanas, según algunos, sirve para azorrillar a los posibles delincuentes. Recuerdo que en la Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana un alumno presentó una tesis con el título: “Los efectos educativos de la pena de muerte”. Mi maestro, Guillermo Morales Osorio, cuando le tocó el turno de oír los argumentos, dijo: “Pues, ¡qué bien educado queda un cabrón al que le cortan la cabeza!”.

Beccaria consideraba que la pena como castigo o como venganza y, en especial, la pena de muerte, era una auténtica guerra de una parte de la sociedad contra otra. En un pasaje de su memorable obra De los delitos y de las penas, se preguntaba: “¿Por qué parece que en el presente sistema criminal, según la opinión de los hombres, prevalece la idea de la fuerza y de la prepotencia sobre la de la justicia…?” En un verdadero sistema criminal, remataba, hay un valor que debe estar por encima de los demás: el “interés de la verdad”. ¿Cuántos inocentes en la historia habrán sido injustamente condenados por ilícitos que no cometieron ni pensaron cometer? En nuestro medio, como se ha dicho, de 90 a 99 por ciento.

Esta tragedia de la ciencia penal, al no atinar a definir lo que es la pena, en realidad, es una tragedia de la sociedad de nuestros tiempos. Sigue siendo una guerra de una parte de la sociedad en contra de otra. Eso no es derecho. Ese Panchito Pantera que está resultando el gobernador de Coahuila y los monaguillos reaccionarios que hoy dirigen el PVEM, de verdad deben estar convencidos de que se trata de una guerra. El primero, además, con la divisa: “Vean qué machito tienen aquí; si los encuentro, los mato a todos”. La pregunta es siempre obligada: ¿cuántos inocentes serán sacrificados en esa guerra?

Dejemos de lado, por ahora, el que la reforma constitucional de 2005 a los artículos 14 y 22 abolió, definitivamente, la pena de muerte (por cierto, con los votos unánimes de los verdes), y el que México haya signado todos los tratados y convenios internacionales que la prohíben terminantemente. Aquí el problema sigue siendo el mismo desde la época de Beccaria: ¿para que sirve el derecho penal, para qué sirve la pena y, sobre todo, para qué sirve la pena de muerte? Todo mundo en todo el mundo lo ha hecho notar: las penas no asustan a los delincuentes ni les sirven de amenaza. El que comete un delito no piensa en esas cosas y menos si sabe que tiene todas las de ganar al quedar impune.

Desde luego que todos los razonamientos de los más enjundiosos penalistas del mundo con convicciones humanistas acerca de que la pena debe ser, ante todo, educativa y debe servir para rehabilitar al delincuente y reintroducirlo en la vida social como un hombre nuevo no son convincentes en absoluto. Debo decir, empero, que a mí siempre me han convencido. Pero el derecho penal moderno tiene, en todo momento, el mismo enemigo irreconciliable e inconcitable: el deseo de venganza de la sociedad. En primer lugar, al ofendido no se le puede ocurrir que se deba ser racional y generoso con el que lo ha agraviado. Y, luego, nuestras sociedades mojigatas y conservadoras, no pueden admitir que se pueda hacer algo con el delincuente para rehabilitarlo.

En el fondo, se trata de una tragedia de la sociedad y no sólo de una ciencia o de un modo de percibir la realidad. Mientras los hombres sientan que el agravio es una ofensa a sus intereses y no una enfermedad de o un daño a la sociedad, no habrá remedio. Una legión de juristas y abogados estadunidenses han dado sus testimonios sobre el hecho evidente de que, de cada diez condenados, muy probablemente nueve son inocentes. Sobre todo cuando se trata de la población afronorteamericana, tan castigada a lo largo de la historia en Estados Unidos. La pena de muerte y el “ojo por ojo” no sólo son una barbarie, son también una enfermedad de las sociedades de nuestro tiempo, inadmisibles para la civilización, si queremos ser civilizados, cosa cada vez más parecida a un arcano.

PS. En las próximas tres semanas estaré ausente de estas páginas. Ya nos veremos de nuevo.


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DE CALENTAMIENTOS



Rolando Cordera Campos
De calentamientos

Mientras en Poznan se exige al mundo que tome en serio el cambio climático y el calentamiento global, desde América Latina se advierte sobre la llegada de otro calentamiento: lo que, según me cuenta un amigo regio, el rector del Tecnológico de Monterrey ha bautizado como el “calentamiento social”.

Según el Panorama Social de la Cepal, “América Latina corre el riesgo de perder lo ganado en los años recientes en la reducción de la pobreza”. La crisis no deja espacio sin tocar en su arrebato y lo más probable es que a lo largo de la región se imponga un estancamiento del empleo nuevo y un aumento considerable en el número de plazas perdidas. Los afectados primeros serán los conocidos de siempre: jóvenes trabajadores precarios e informales, mujeres y viejos. Los damnificados serán los niños para quienes la protección es casi nula.

Gracias al boom de las materias primas que benefició sobre todo al Cono Sur, al despliegue de políticas anti pobreza y a la relativa estabilidad monetaria, el mercado laboral latinoamericano mejoró después de décadas que en materia de ocupación fueron más que perdidas. Muchos festinaron este nuevo “punto de inflexión” que daría vigor y aliento a unas democracias acosadas por la desigualdad y la mediocridad del crecimiento resultante de los cambios globalizadores. Pero el ciclo terminó antes de tiempo y, ahora, la preocupación por el malestar en la democracia que podría devenir malestar con la democracia según la fórmula acuñada por el PNUD en su informe de hace unos años, se vuelve emergencia ante un tiempo cargado de electricidad y nubes negras. El movimiento alcista en los precios de los productos básicos, detenido pero no revertido, no hará sino agravar la penuria de los grupos que habían visto disminuir su pobreza y gestaban esperanzas de mejoría gradual pero sostenida. Esto no va más, y el vuelo se detiene.

Es cierto, como informa Cepal, que desde 2002 las tasas de desocupación han bajado progresivamente en la gran mayoría de las áreas urbanas de los países de América Latina; sin embargo, hay que tener presente que “el desempleo sigue siendo elevado y en 2006 superaba en 2.4 puntos porcentuales el nivel de 1990”. Este es, junto con el encarecimiento de las canastas básicas, el punto de partida de la región para encarar la crisis global y debería ser el observatorio principal para tomarle el pulso y actuar en consecuencia. No es la deuda externa o el desequilibrio interno expresado en inflación y devaluaciones lo que hoy asuela la región, sino una deuda social no saldada y un pagaré en materia de transformación productiva que no se ha honrado cabalmente en ningún lado y que en buena medida se quiso archivar gracias a la expansión internacional y el boom de los productos primarios, incluido el petróleo.

Para México, la carga de estos pesados saldos insolutos parece menos aparatosa, pero quizás sea todo lo contrario. La caída en la actividad puede ser menos espectacular que en otros países, pero eso se debe a que aquí se impuso el no crecimiento como cultura nacional. Y lo mismo podría decirse de la situación financiera: no aparece tan explosiva por el mero hecho de que la banca no ha arriesgado y dedica sus afanes a cobrar la deuda pública interna (Fobaproa, IPAB, etcétera), a transferir ganancias a sus matrices externas y a “consultar con Madrid” en caso de duda.

Así, lo que ha habido en estos lustros de estancamiento estabilizador ha sido una acumulación de pendientes que alcanza su clímax en la perspectiva estudiada a fondo por el investigador Fernando Cortés de que en unos meses el país dé un salto para atrás y amplíe la pobreza extrema, llamada aquí alimentaria, sin detener el espectro de la urbanización de la carencia social que ya define el panorama total de la república. Habrá elecciones, digamos, pero no excedentes petroleros. A ver si con la noche vieja a Agustín Carstens se le ocurre despertar de su ya largo sueño

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MAS CONTAMINACION CON NITROGENO EN PEMEX




Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx
Más contaminación con nitrógeno en Pemex

En el Diario Oficial del martes 11 de diciembre, Pemex Exploración y Producción (PEP) publicó la convocatoria a un concurso, a una licitación pública internacional. El propósito es que la empresa ganadora –seguramente trasnacional– inyecte nitrógeno “en pozos petroleros e instalaciones de PEP”. Vienen las fechas típicas de una licitación, y la última es la del inicio del trabajo, 5 de marzo de 2009, que durará cerca de dos años.

Se trata de la región de Chicontepec y el propósito es aumentar la producción de crudo y gas, de modo que ésta se incremente a 550 mil o 600 mil barriles diarios hacia el año 2021. Para ello Pemex plantea perforar 15 mil pozos en los próximos 15 años. También informa que en los pasados cinco años se han perforado en promedio 675 pozos anuales. Tratándose del petróleo, informamos que son más perforaciones que las de todo el resto del país.

Vamos a ver, primero, la realidad de Chicontepec. Para 2007, la producción promedio de petróleo crudo fue de 22 mil barriles diarios. Se informa, todavía extraoficialmente, que ahora está en 30 mil barriles diarios. Esta fabulosa cantidad equivale a ¡uno por ciento! de la producción nacional. Después de siete años de “desarrollo” y de miles de pozos que, obviamente, se dejaron de hacer, ellos o sus equivalentes, en otras zonas más productivas del país. Esto no checa con la promesa de 600 mil barriles diarios, 20 veces más que lo que en realidad produce esa zona luego de miles de perforaciones.

Comparamos la situación con la del litoral de Tabasco. Ya en 2006 había aumentado la producción al doble en dos años, a 143 mil barriles diarios. Tanto en 2006 como en 2007 los pozos exploratorios tuvieron ciento por ciento de éxitos, y eran bien poquitos: dos y uno, respectivamente. Se trata de crudo ligero y con gran cantidad de gas asociado. Y pese a los resultados excelentes, de 16 pozos de desarrollo en 2006, se redujeron a seis en 2007. Con tan pocos recursos de inversión, los recursos naturales son tales que sus 143 mil barriles diarios, frente a los 22 mil de Chicontepec, ya en 2007, son seis veces y media más. Y sin quemar gas por la contaminación con nitrógeno.

Finalmente, vamos a ver la realidad de la inyección de nitrógeno en los pozos petroleros. Ya publicamos en este espacio un análisis amplio del problema, el 9 de noviembre. Retomamos sólo algunos resultados:

“El porcentaje de gas quemado en relación con la producción nacional total, o ‘enviado a la atmósfera’, ha pasado de 5.1 por ciento en el primer trimestre de 2007 a 17.4 en el primer trimestre de 2008, 17.6 en el segundo trimestre y 19.2 por ciento en el tercero. Eso es lo que nos dicen los reportes respectivos. En aproximadamente un año y medio, se quema casi cuatro veces más gas, en porcentaje de la producción total”. Con datos más recientes, entre julio y octubre de este año, la cantidad de gas natural quemada al día aumentó poco más de 25 por ciento. Y el gas en su estado natural, que se está quemando cada día, contiene también unos 50 millones de barriles de condensados, que son como un petróleo de muy alta calidad.

Ahora, tomamos lo siguiente de la fuente original de Pemex: “En el tercer trimestre de 2008 el envío de gas a la atmósfera representó 19.2 por ciento de la producción total de gas natural, principalmente como resultado del incremento en producción de gas con alto contenido de nitrógeno en la Región Marina Noreste, al haberse rebasado la capacidad instalada para el manejo de gas natural.” (Reporte de Resultados Financieros de Pemex al 30 de septiembre de 2008, fechado el 30 de octubre de este mismo año, página 3). A confesión de parte, vemos que fue el nitrógeno la principal causa del “envío” del gas a la atmósfera (léase “quema de gas”).

Y por si fuera poco, ahora todavía se concursan cantidades enormes de nitrógeno para Chicontepec, para que se tenga luego que quemar el gas ahí también. Ya es un proyecto carísimo, improductivo en comparación con otras partes, y todavía le agregan esta otra joyita.


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viernes, 12 de diciembre de 2008

EL NAUFRAGIO




Luis Javier Garrido
El naufragio

El desastre institucional del país está suscitando múltiples especulaciones sobre el futuro inmediato de México y una pregunta aparece de manera recurrente: ¿quién está tomando las decisiones de gobierno en México?

1. La crisis económica global y la recesión están siendo enfrentadas por el gobierno de facto de Felipe Calderón de la peor manera posible: negando su gravedad pero reprimiendo al mismo tiempo todas las inconformidades sociales, mientras el gobierno rueda. Los asuntos fundamentales de México son decididos ya abiertamente por los grandes poderes trasnacionales y los de trámite por los no muy capaces colaboradores del titular del Ejecutivo mientras éste se dedica a la política partidista y a las elecciones del 2009, a tratar de resarcir su deteriorada imagen en una nueva y costosa campaña promocional y, según algunos, al dolce far niente.

2. La endeble situación de Felipe Calderón tras el fracaso de su supuesta lucha contra el crimen organizado (2006-2008), que tan onerosa resultó para las instituciones y para el país, se ve reflejada por el hecho de que no pudo siquiera nombrar a su nuevo secretario de Gobernación Fernando Gómez-Mont (que le fue impuesto por el salinismo), al nuevo subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial de la SSP Javier del Real, cargo por cierto anticonstitucional (quien le fue impuesto por las fuerzas armadas), y ni siquiera a su nuevo secretario particular Luis Felipe Bravo (que es un panista yunquista ajeno a su grupo).

3. El escenario desastroso que vivió México en el sexenio pasado, cuando un inepto y perverso como Vicente Fox, y que el Vaticano confirma ahora que está medio loco, cogobernó con su esposa Martita, subordinado a los priístas salinistas, cometiendo tropelías sin fin, disponiendo de manera patrimonial de los recursos de la nación y sometiendo a México a intereses extranjeros, ha quedado superado por el desastre de la segunda administración panista.

4. La derechización del régimen es en tanto absoluta, y a nadie puede extrañarle, por consiguiente, la nueva andanada contra los trabajadores, pues con absoluto cinismo los colaboradores de Calderón siguen interviniendo en el sindicato minero y encarcelando a sus dirigentes para servir al Grupo México y a los intereses de Salinas y de Larrea en el caso de la huelga de Cananea. Los campesinos de Atenco siguen detenidos mientras el nuevo titular de Bucareli llama delincuentes a los maestros que se manifestaron frente a sus oficinas el miércoles 10.

5. La respuesta ante este naufragio está siendo, sin embargo, no un viraje de timón sino una nueva campaña promocional, destinada como la anterior a resarcir la imagen de Calderón, la cual es todavía más absurda que la fracasada “lucha contra el crimen organizado”: la que se está llamando ahora la “lucha contra la corrupción”, y que plantea la misma cuestión: ¿qué autoridad moral tiene Calderón para encabezarla, cuando desde su paso por la Secretaría de Energía en el sexenio pasado se le señaló por haber entregado anticonstitucionalmente a una trasnacional de origen español la explotación del gas en la cuenca de Burgos, y de enriquecer a su cuñado con contratos ilegales?

6. La naturaleza actual del poder político y de la connivencia de quienes gobiernan con diversas multinacionales, con un puñado de empresarios traficantes de influencias que se han adueñado de los grandes negocios e incluso con el narcopoder, su sumisión cómplice con los dueños de los medios masivos de comunicación que no hacen otra cosa que engañar y envilecer a los mexicanos, suscita ante toda esta demagogia panista una pregunta: ¿qué acaso no está nuestro país gobernado por mafias del crimen organizado?

7. Las grandes decisiones financieras, estratégicas y de seguridad nacional que afectan a México no se están tomando ya en el país como aconteció al menos hasta 1982. Los tres últimos gobiernos de los tecnócratas priístas (De la Madrid, Salinas y Zedillo), y sobre todo los dos gobiernos del PAN (Fox y Calderón), carentes de la menor inteligencia y patriotismo han ido entregando gradualmente estas políticas a los centros de decisión de Washington, conforme al modelo de toma de decisiones de la globalización neoliberal que se venía delineando hasta antes del estallido de la crisis de 2008 y del inicio de la recesión, y en el cual los gobiernos nacionales quedan reducidos sólo a la posibilidad de implementar algunas políticas domésticas.

8. El escenario político nacional está marcado por un profundo deterioro en todos los órdenes, que se manifiesta de manera crítica en el aspecto institucional, en el que hay un abandono absoluto y un clima de corrupción generalizada. La injerencia de funcionarios estadunidenses en las cuestiones internas del país es ya cotidiana, por ejemplo, y no sólo no merecen éstos extrañamiento alguno, sino que son objeto de comentarios, cuando no de felicitaciones. El miércoles 10, un comentarista deportivo de la cadena de televisión ESPN señalaba con justa indignación que el edificio de la Secretaría de la Defensa Nacional se ha decorado en estos días, con el pretexto de la Navidad, con leyendas en inglés y símbolos estadunidenses.

9. El relevo en la Casa Blanca crea, sin embargo, un nuevo escenario para Calderón y para su equipo, pues están quedando cada vez más arrinconados en la debacle. El futuro gobierno de Obama tiene la tarea histórica de poner de pie al sistema imperial estadunidense, lavándole la imagen con un presidente afroamericano en la Casa Blanca y enfrentando la recesión con lo que no será sino un mal remedo del New Deal de Roosevelt. Y aunque lo esencial de las políticas imperiales de Washington hacia América Latina no va a cambiar, para Calderón y sus amigos –que han estado estrechamente vinculados al Partido Republicano, se subordinaron por completo a Bush y apostaron por McCain– el problema se agravará después del 20 de enero, pues van a tener problemas para salir de la orfandad en que los deja el relevo en Washington, por lo que están dispuestos a ofrecer más para seguir siendo apoyados como grupo.

10. El grupo calderonista espera en 2009 salir adelante en las elecciones que ya desde ahora está manipulando, pero no se da cuenta de que está ya derrotado ante el pueblo de México y ante la historia.


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domingo, 7 de diciembre de 2008

LA REFORMA DEL ESTADO. EL CONTROL DEL EJECUTIVO




Arnaldo Córdova
La reforma del Estado. El control del Ejecutivo

A Othón Salazar, maestro y compañero de nuestras luchas

Salta a la vista que el departamento del Estado que más urge reformar en cuanto a su régimen constitucional y en cuanto a su funcionamiento orgánico y político, es el Poder Ejecutivo (la expresión “departamento” para referirme a un poder del Estado la tomé de Rabasa). El Ejecutivo es el poder encargado de gobernar a la sociedad en todos los órdenes de la vida pública, aplicando (ejecutando) las leyes que emanan del Legislativo para ese propósito. Como decía Rabasa, es el poder de verdad entre los que integran el Estado.

Su titular, según el artículo 80 de la Carta Magna, es un solo individuo que se denomina “Presidente de los Estados Unidos de México”. Sólo en los primeros tiempos del México independiente (y ya antes, en la Constitución de Apatzingán) se postuló una presidencia colegiada. Los tiempos y las experiencias de la vida política moderna han demostrado que el gobierno de la sociedad es mejor que lo lleve un solo individuo. En los regímenes parlamentarios, a ese individuo (primer ministro) lo debe acompañar un número de colaboradores que se integrarán en un gabinete responsable ante el Parlamento, del cual dimanan.

¿Qué es lo que hay que reformar en el caso del Ejecutivo? Sin seguir un orden, porque hay demasiados temas en cuestión, para empezar, el tema que más inquieta a los mexicanos es la tremenda irresponsabilidad y la falta efectiva de control en medio de las cuales el presidente gobierna. El es quien menos rinde cuentas en este país no obstante que está obligado, constitucionalmente, a informar al Congreso sobre su actuación. El Legislativo no puede ejercer sus facultades de control político que, se supone, deben habilitarlo para controlar los actos del Ejecutivo en el gobierno de la sociedad y su adecuación a las leyes que el Legislativo ha producido para ese efecto.

En todos los regímenes políticos modernos democráticos, el único que está en condiciones de ver que el Ejecutivo cumpla con la ley y desarrolle bien su cometido, es el Legislativo. El Judicial sólo muy de trasmano puede conocer de esos actos, cuando se viola la Constitución o no se cumple con la ley. Sólo el Legislativo puede revisar sistemáticamente la adecuación de las disposiciones del Ejecutivo a los objetivos que quedan trazados en las leyes. No ve si se violaron o se lastimó la Constitución, lo cual corresponde al Judicial, sino si se van cumpliendo los objetivos y los fines a los que están dedicadas las leyes que produjo.

Existen, desde luego, medios tradicionales de control. La ratificación de cierto tipo de funcionarios, la aprobación del presupuesto y la emisión de la Ley de Ingresos o, recientemente, la obligación de los secretarios de Estado, de acuerdo con el artículo 93, de comparecer después del informe anual del presidente para dar cuenta de los asuntos de su ramo o acudir a cualquier convocatoria del Congreso a informar de los que sean del interés público. Pero eso es muy poco para lo que se espera, en una verdadera reforma del Estado, de la eficacia del control político que el Legislativo debe ejercer sobre los actos del Ejecutivo. Tales medios no neutralizan la virtual irresponsabilidad en la que continuamente incurre el Ejecutivo en sus facultades.

Se han propuesto nuevos medios de control aislados, como obligar al titular del Ejecutivo a que asista, a convocatoria de las Cámaras, a informar de sus actos. Pero se ha visto que medidas aisladas, por muy eficaces que se las suponga, no borran esa condición de irresponsabilidad en la que actúa el presidente. Se ha propuesto, también, con abundancia de razones, que se instituya el llamado sistema de gabinete. Diego Valadés ha insistido en esta idea que está abriéndose camino. El objeto es que todos los secretarios, pese a no ser nombrados por el Parlamento, sean responsables, personalísimos, ante el mismo, al igual que el presidente.

La idea incluye la ratificación obligada por el Congreso de todos los nombramientos de esos funcionarios. Pero lo esencial es que no sean sólo gatos del titular del Ejecutivo que van a informar a nombre de su jefe, sin ser responsables de su actuación, lo mismo que este último. De hecho no hay control ninguno. De lo que se trata es de que el presidente, tanto como sus secretarios, respondan personalmente de sus actos, rindan cuentas ante la representación nacional, sean sujetos de juicio por los mismos y, además, puedan ser objeto de una revocación de sus nombramientos por el simple hecho de no cumplir adecuadamente con el cometido que se les ha encomendado.

Si hay irresponsabilidad del Ejecutivo en su actuación (y la hay cuando no debe responder de sus actos o, inclusive, puede rehusarse a ello), entonces no se da el debido control político que la Constitución establece sobre ella. No hay, en el marco de la institucionalidad constitucional del Estado mexicano, otro poder ante el cual el Ejecutivo pueda (como debe) ser responsable de sus actos que el Poder Legislativo. Es, por lo mismo, obligado reformar la relación podrida y viciosa que existe entre esos dos poderes. Para que el Ejecutivo funcione bien y responda a los fines del buen gobierno de la sociedad que las leyes le demandan, debe ser responsable y, en su caso, directamente sancionable por sus fallas. Por ello el sistema de gabinete resulta la mejor opción.

No se trata, como resultó de la Constitución de 1857, que el Legislativo (entonces reducido a una Cámara) no deje gobernar al Ejecutivo. Pero es el único que lo puede hacer gobernar bien, con sólo que cumpla estrictamente con los objetivos que le marcan las leyes. Cuando se pregunta del objeto del control político, la respuesta es simple: si el Legislativo, investido de la representación del pueblo que decide lo que las leyes deben ser y perseguir para un buen gobierno de la sociedad, no lo tuviera, entonces nadie podría hacer nada para hacer que el Ejecutivo cumpla con la ley.

Aparte de ello, queda claro que un gobierno irresponsable está expuesto a violar continuamente las leyes, sin que exista barrera alguna en contra de sus arbitrariedades. Todos los males que hoy nos aquejan: impunidad, corrupción, inseguridad por la infiltración de la delincuencia en las instituciones del Estado, abusos del poder, arbitrariedades sin fin de funcionarios de todos los niveles y todo lo que no se puede decir en unas cuantas palabras, se dan, porque no hay modo de controlar al poder que los genera.


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NUMEROS INFAMES




Rolando Cordera Campos
Números infames

La mata sigue dando: según Reforma, la oferta de empleo en las bolsas de trabajo para octubre-diciembre se cayó 32 por ciento respecto del mismo periodo de 2007; 27 por ciento menos en noviembre respecto de noviembre anterior, y para diciembre, 52 por ciento menos (Reforma, 04/12/08, Negocios, 3). Y el que se ofrece es precario y mal pagado, “pero es el único nuevo empleo”. Los empresarios ya advirtieron que en 2009 no se crearán más de 200 mil empleos formales, mientras se adelantan apuntes lúgubres: nadie apuesta a que la economía vaya a crecer más de uno por ciento y muchos hablan de cero, cuando no de descenso.

Los que más aprovecharon el auge del libre comercio en el norte de México viven un triste acercamiento al sur desvencijado por la apertura y la omisión: los despidos en las automotrices se vuelven rutina y los conatos de cierre rondan el subcontinente maquilador donde se alojan los emigrados del otro México: Veracruz, Oaxaca, Chiapas, que ahora redefinen acento y faz norteña mientras inundan un hábitat urbano ofensivo y hostil a cualquier idea de dignidad, cohesión social, protección del débil.

Los testimonios de la vida en Juárez, relatados por Clara Jusidman hace tiempo, no se reducen al feminicidio o la pérdida de territorialidad del Estado ante el embate del crimen organizado; nos remiten a formas de vida sometidas a la peor de las miserias: niños amarrados en sus chozas cerradas porque las madres trabajadoras no tienen con quién dejarlos; mujeres con hijos que encabezan el hogar en solitario; jóvenes obreras a la espera del ataque mortal.

Con el impacto de la crisis sobre la maquila, la estructura social resultante se liará con una coyuntura implacable de pérdida de empleo en el más inclemente mar de inseguridad personal y social que Dickens, o Engels, hayan podido imaginar. Nos veremos en ese espejo de no actuar ya con planes de alivio que pongan en el centro no a la gente en abstracto, sino a esa gente que testifica contra una modernidad de cascarón que no aparece en el escaparate porque no tiene nada qué enseñar. Sólo vergüenza, por lo no hecho, lo no previsto, lo permitido en el festival de irresponsabilidad que se resume en la frontera norte, donde sólo falta Billy the Kid para cerrar el círculo de una historia desdichada.

La mata daba desde antes. En un documentado trabajo del estudioso Enrique Provencio, leemos: “en 2006 sólo el 0.5 por ciento de las familias recibía más de 14 mil pesos mensuales y el 60 por ciento de las familias recibía menos de 4 mil 500 pesos… El ingreso laboral promedio es casi igual al de 1992… el salario real prácticamente no ha cambiado en 14 años”.

A pesar de lo gastado, la pobreza está en el corazón de nuestras tinieblas. Lo que debía quedar claro es que en una economía del tamaño de la nuestra, con petróleo y minería, campos de cultivo y capacidad de producir bienes básicos, las cuotas de pobreza extrema registradas antes de las crisis son injustificables. No hay razón económica o financiera, o catástrofe natural, que lo explique. Con el aumento en los precios de alimentos y otros básicos, junto con el desempleo previsto, lo más probable es que los pobres aumenten en millones, y que quienes no tienen lo suficiente para comprar lo necesario para su dieta mínima lo hagan en mayor proporción.

“Va de nuevo”, dirán los expertos, porque la reducción lograda en estos números infames puede perderse en menos de un año. Pero no serán la economía y sus veleidades las culpables. No hay ley de hierro de salarios, finanzas sanas o crisis avasalladoras, que imponga un mandato cruel como el descrito.

La pobreza se urbaniza y la ciudad se puebla de jóvenes sin oficio ni beneficio. Y sin posibilidades ciertas de emprender la aventura del norte. Con este memorial desgraciado, sería la hora de convocar a unir fuerzas y voluntades y conmover a los que pueden y mandan a dar un giro y empezar por reconocer la realidad sin la arrogancia, la amnesia y la miopía que han orientado al Estado desde hace lustros.

Pero en medio, como dique mental y moral que contiene los sentimientos nacionales está, necia y contumaz, una desigualdad enseñoreada de gustos, sensibilidades, razonamientos dizque prudentes, pero pueriles a cual más. No sólo está la distancia que marea entre los más ricos y los que les siguen, y entre ellos y el resto de la pirámide cuya base se asfixia en la impotencia. Está también la prepotencia de sus validos que no ven ni oyen más allá de lo que suponen es la voz del amo: desde Madrid o Hong Kong o Londres, donde se ubica este nuevo aunque endeble coloniaje con el que el último gobierno del PRI quiso coronar su peculiar racionalidad modernizadora.

Dice un representante de BBVA en tierra de indios: la acción contra la Cómer es parte de un “procedimiento habitual”. Y su inefable presidente para México advierte: “Evitemos las tentaciones de controlar variables (como la tasa de interés) que deben responder al libre comportamiento del mercado” (Nota sin desperdicio de Roberto González Amador, La Jornada, 04/12/08, p. 24). Amén…


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CRISIS: ¿ESTA MEJOR MEXICO?




Antonio Gershenson
Crisis: ¿está mejor México?

Como el dato oficial nos dice que México, en 2009, va a crecer, aunque sea poquito y, por ejemplo, Estados Unidos ya está decreciendo y el año próximo va a estar peor, pues nos venden la ilusión de que estamos y estaremos mejor. Veamos los hechos.

En Estados Unidos se anuncia, por parte de un organismo oficialmente dedicado a esto, que la crisis (o, como les gusta decirlo para que no se oiga tan feo, recesión) empezó desde diciembre del año pasado. Aunque el producto nacional bruto comenzó a declinar más recientemente, se basan, para su afirmación, en que la producción se va haciendo más lenta, en que el número de puestos de trabajo se va reduciendo por cientos de miles, en que el ingreso personal se va para abajo y en que el consumo cae cada vez más.

Ahora está en las primeras planas la industria automotriz, y es que, como hemos visto, es de las más afectadas. Es de las que más dependen del crédito; pocos son los que compran un coche de contado, frente al total de posibles compradores. Y, como sabemos, uno de los síntomas de la crisis es que los bancos no prestan. (Aquí, a menudo, no necesitamos crisis para que eso suceda.)

En Estados Unidos, donde empezó la crisis y donde la venta de automóviles es mayor, el fenómeno es muy claro. El total de ventas de la industria automotriz, nacional y extranjera, bajó, en noviembre de 2008 frente al mismo periodo del año anterior, 37 por ciento. Claro, General Motors, que es a la que peor le va, tuvo una reducción en el mismo periodo de 41 por ciento. Y no sólo es de ese país el problema, el gigante japonés Toyota tuvo una baja de 33.9 por ciento.

En México, la organización patronal y especialistas del ramo estiman que las cosas estarán peor en 2009, debido en buena medida a la alta dependencia de las exportaciones a Estados Unidos. Estiman una reducción de la producción hasta de 50 por ciento.

Como aquí no hay tecnócratas maquillando cifras, se ve el tamaño del problema. Esto implica que se comprarán mucho menos llantas, acumuladores y componentes automotrices en general por parte de las armadoras. Al desempleo existente y en deterioro se sumará otro peor.

¿Y los planes contra la crisis? En Estados Unidos está planteada la inversión pública en obras como carreteras, escuelas y fuentes alternas para generar electricidad. Se proyecta también inversión en gasto social y reducción de impuestos a capas medias y bajas de la población para mejorar el poder de compra y fortalecer el mercado interno. Pero las cantidades estimadas, a medida que avanzan no sólo los estudios sino una pavorosa realidad, van aumentando. Se ha calculado que para que se conviertan en realidad los dos millones y medio de nuevos empleos de que habla Obama, se requiere pasar de la actual contracción de 4 por ciento a un crecimiento de 2.5 a 3 por ciento anual. En Europa se empiezan a anunciar planes de recuperación.

En Brasil se aplicó el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), con una fuerte inversión, también, en obra pública y gasto social. Hay recorte presupuestal por la crisis, pero éste no se aplica a las áreas de ese plan, que incluyen la exploración y desarrollo de la “pre-sal”, de yacimientos bajo una gruesa capa salina pero con excelentes resultados en cuanto al crudo localizado y, en un caso, ya empezado a extraer. Se discute la forma de asegurar que los recursos vayan al sector público y cómo distribuirlos.

Ya hemos hablado del enorme programa de reactivación de China. Pero incluso en Kazajstán, casi del otro lado del mundo, el país ya consiguió el crédito para construir la “nueva ruta de la seda” (sobre la rama norte de lo que fue esta vía hace más de 500 años), con comunicación moderna desde su frontera occidental con Rusia, hasta su frontera oriental con China.

¿Y México? Ya vimos para dónde va la industria; no sólo la automotriz depende de sus exportaciones a Estados Unidos. Las maquiladoras dependen más. Y muchas otras se están viendo afectadas. Cada rato se anuncian o consuman despidos en masa. Pero en vez de fortalecer el mercado interno, se le afecta, como hemos visto, con aumentos constantes de precios a los principales energéticos, y su repercusión sobre los demás bienes y servicios; con una devaluación que se acerca a 40 por ciento, con su efecto en el precio de las importaciones y sobre el de los productos nacionales que usan componentes importados. No está claro cuánto habrá para nueva inversión, porque ya andan ahí los tecnócratas, tijera en mano, para los recortes presupuestales.

Es preciso hacer lo posible por frenar esta política económica e incluso liquidarla, como ya sucede cada vez en más países. De por sí está la situación crítica, de por sí viene más dura, como para permitir que la política oficial la empeore todavía más.


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