jueves, 3 de abril de 2008

Falacias

Jorge Eduardo Navarrete

Después de haber demorado el diagnóstico tan anunciado, no quisieron esperar a un día hábil para propalarlo. Quizá porque a los funcionarios les place mostrar que sacrifican sus asuetos, convencidos de hacerlo por la Patria, con mayúscula desde luego. Apareció la víspera del último día laborable de marzo, cuando faltaban 22 para la conclusión del actual periodo de sesiones de la legislatura. Diagnóstico: situación de Pemex es un documento de 127 páginas, que se acompañó de un “resumen ejecutivo” de 22. Aun de la primera lectura resulta claro que se optó por un enfoque descriptivo, que presenta la situación del organismo como una cuestión de hecho, inapelable. Habría sido mejor un diagnóstico analítico que, además de retratar la realidad, examinase cómo y por qué se llegó a ella. Sin el análisis, parece postularse que la situación de los yacimientos y su explotación, de la refinación, de la industria petroquímica, del transporte y distribución y de la administración proviene de una suerte de fatalidad, de que las cosas no habrían podido ser de otro modo. Este procedimiento tiene dos ventajas. Por un lado, evita la autocrítica: las cosas son como son, sin responsabilidad de nadie. Por otro, apuntala una conclusión preconcebida: lo que se requiere es permitir “esquemas modernos y efectivos de colaboración con terceros”. Sin examinar el pasado, se intenta definir la prospectiva. Por ello, buen número de las recomendaciones de política suenan huecas: basadas en un examen insuficiente o de plano inexistente de los factores que condujeron a la situación actual y derivadas de preferencias cuya motivación política e ideológica se torna transparente. En una primera aproximación, subrayo algunas de sus más notorias falacias. Leer mas