domingo, 28 de diciembre de 2008

CAMINO HAY




Rolando Cordera Campos
Camino hay

No resulta útil para el debate y las decisiones que el Estado tendrá que tomar pronto, insistir en la bondad de la ruta adoptada hace casi 25 años. Tampoco nos sirve reiterar que no contamos con alternativas, salvo que por ello se entienda un plan integral y un futuro perfecto, sin incertidumbre ni fallas. De eso no hay en la tienda global, nunca ha habido, y si algo enseña el desplome de la apuesta histórica del comunismo soviético es precisamente eso: el futuro no existe, se hace o “recupera” en el camino, y toca a la política y al ingenio y astucia de los dirigentes encontrar las maneras no de no fallar sino, como dijera Becket, de hacerlo cada vez mejor.

No es la falta de alternativas la que debe acongojarnos, sino la enorme falla que aqueja a la geología política nacional, que se expresa en un Estado sobrecogido, convencido a la vez de que no tiene opciones y de que el camino elegido no sólo es el bueno sino el único. Con un Estado así, abrumado por la duda y la certeza, resulta imposible empezar a recorrer el sendero incierto a que obliga la crisis actual, no se diga la búsqueda de opciones para un desarrollo que antes de la crisis había mostrado su falta de versatilidad y de capacidades para innovar y auspiciar la creatividad económica y social.

Es en este cruce de caminos que habrá de resolverse no sólo la salida del atolladero, sino nuestra capacidad nacional de superar encrucijadas históricas, como la que se teje con los días al calor de los inclementes impactos de la tormenta global.

La primera condición que hay que cumplir para abandonar este páramo de indecisiones es reconocer la realidad tal y como nos la ofrece el presente. Admitir que encaramos la adversidad a partir de una debilidad flagrante de las instituciones encargadas de la conducción económica y de una fragilidad abrumadora en materia de dirección política: en la toma de decisiones y en la mediación y encauzamiento del conflicto político y social, tarea fundamental de la política en tiempos de huracán, como son los de hoy y serán los del mañana previsible.

Los datos y sus tendencias son inequívocos: las familias sufrirán la pérdida de empleos y su abierto estancamiento; las empresas verán disminuir ventas y ganancias y el crédito no acudirá en su auxilio; el gobierno federal asistirá al derrumbe de los precios petroleros, a la reducción del de por sí exiguo impuesto sobre la renta y al declive del IVA. Y la nación en su conjunto verá obstruida su principal válvula de escape con el cierre de las fronteras y el desempleo estadunidense, y el mundo de la informalidad se aproximará a sus límites apocalípticos: todos en la compra y la venta sin posibilidad cierta de recuperación de algún excedente. Instituciones, política, sociedad, se dan cita en una esquina funesta donde sólo puede brillar el oro criminal.

Romper lo que amenaza convertirse en un equilibrio destructivo es la tarea de la política y, en especial y con urgencia, de la política económica. El laberinto empezó por la finanza infame, pero ahora se bifurca en lo productivo y lo social, cuyas señas de identidad vuelven a ser las clásicas: empleo, salarios, ganancias, acumulación, crecimiento. Una cadena sublimada por la desregulación y el carnaval financiero, que ahora busca su restablecimiento en la mente y el corazón de un capitalismo perplejo ante el abuso y la tragedia que, sin embargo, busca a brazo partido el hilo de una Ariadna que, por lo pronto, disfruta de una victoria agridulce sobre la arrogancia neoliberal que llegó a creerse aquello del fin de la historia.

Sí hay camino si asumimos que hay que echar a andar ya, como requisito para atisbar el trazo que sigue. Hay que habilitar técnicamente al Congreso para cogobernar la economía sin incurrir en los dislates de distribución prebendaria del presupuesto a que lo llevaron Fox y las triquiñuelas de su vicepresidente económico. Hay que obligar al Ejecutivo a que acuda a la asesoría profesional de expertos independientes y avalados por el Legislativo, para por lo menos distender las camisas de fuerza a que lo han sometido Hacienda y sus extrañas coaliciones, que por lo visto no representan a nadie, o a muy pocos; hay que reformar la ley del Banco de México y ponerlo a pensar y actuar por el crecimiento y no sólo contra la inflación; hay que rescatar lo que queda de la banca de desarrollo y ponerla al servicio de la promoción productiva y del empleo.

Imaginar así lo inmediato nos puede permitir configurar una alternativa al pantano en que hemos estado, antes de y ahora en la crisis. Para decirlo en breve: “la situación exige un plan de emergencia para la protección del empleo y de la planta productiva. Este plan deberá ser nacional, contar con la aprobación de los poderes de la Unión, de los gobiernos estatales y municipales, de todas las fuerzas políticas, de las representaciones de empresarios y de obreros, así como de la sociedad civil”. (El Segundo Consenso de Huatusco. La política económica de México en tiempos de crisis. Reflexiones del Grupo Huatusco. México DF: 8/12/08)

Senda hay… lo que debe hacerse es arriesgarse a caminarla… y sufrirla.


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SITIO PARA LA NUEVA REFINERIA ¡YA!




Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx
Sitio para la nueva refinería: ¡ya!

Cada rato salen “propuestas” de gobernadores u otros políticos demandando que la nueva refinería se ubique en su estado. Este es un desgaste inútil, cuando los estudios están realizados y el resultado de los mismos debería ser evidente. Es más, se debe iniciar el trabajo, empezando por la adquisición de los lotes si Pemex no los tiene ya. Si no se hace esto, sólo se logrará que suban de precio los terrenos.

En el sitio de Pemex en Internet está el Estudio de viabilidad para construir una nueva refinería en México. Hay ahí también un boletín de prensa, el 135 del 30 de julio de 2008. El estudio tiene esa misma fecha. En el boletín se indica que ese mismo día este documento se envió al Congreso de la Unión a través de su Comisión Permanente.

Entre los elementos que se definen en el estudio está la ubicación de la nueva refinería. Se hace especialmente una comparación entre los costos, para cada sitio, de la inversión para la infraestructura necesaria, en el orden siguiente: Cadereyta, Campeche, Dos Bocas, Minatitlán, Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Salina Cruz, Tula y Tuxpan. Se toman en cuenta costos como el del oleoducto para llevar petróleo crudo a la nueva refinería, poliducto para llevar los refinados a los sitios de consumo y otros.

En el texto se usan cifras redondeadas, y las vamos a usar para una primera comparación. El más caro es Cadereyta, con un costo “superior a 2 mil 500 millones de dólares”. Le siguen Lázaro Cárdenas y Campeche con mil 600 y mil 500 millones respectivamente. Los más baratos son Tula, con 850 millones de dólares, y, el “ganador” en este sentido, es Tuxpan, con 640 millones.

Vamos a ver la comparación entre los dos sitios más baratos con un poco más de detalle, y con las cifras un poco más precisas, que aparecen en las tablas. La principal ventaja para Tuxpan es con el oleoducto, ya que está más cerca de las zonas productoras de petróleo crudo: 619 millones de dólares, la mayor parte de su costo total de infraestructura, que ya más precisamente es de 637 millones.

En Tula, el oleoducto cuesta 769 millones. La otra diferencia es por el costo del poliducto, que no es mucho pero cuenta: 64 millones de dólares. En Tuxpan no se incluye este gasto porque por ahí se importa la mayor cantidad de refinados, y se pueden aprovechar las instalaciones cuando, en vez de importaciones, haya producción local de refinados en ese puerto. El precio más detallado para Tula es de 852 millones de dólares, y la diferencia entre ambos sitios es de 215 millones a favor de Tuxpan.

Las diferencias de costo con otros posibles sitios, obviamente, son mucho mayores, y no tiene caso que gobernadores u otros políticos estén reclamando que la instalación sea en su estado. El estudio es de hace cinco meses. Y está disponible en el sitio de Pemex.

Hay un cuadro resumen al final de esta parte del estudio. Se agrega el costo de inversión en la refinería misma, que es el mismo para todos los sitios. De ahí que la diferencia entre Tula y Tuxpan, de la “inversión total”, sean los mismos 215 millones de dólares. Pero a la hora de la “tasa interna de retorno” que se identifica con la “rentabilidad”, los dos sitios aparecen con el mismo porcentaje: 15.6; y el peor caso, Cadereyta, con 12.3 por ciento. Se da la impresión de que Tula podría ser tan rentable como Tuxpan. Esto no tiene ninguna base en las cifras publicadas ya mencionadas. No nos explican por qué y cómo fue que Tula, donde el costo de inversión total es mayor, resulta con la misma rentabilidad que Tuxpan. El texto que sigue a la tabla, además, contradice unas cifras de la misma. Dice que “todos los sitios presentan una rentabilidad aceptable (mayor a 12 por ciento) salvo el caso de Cadereyta”. ¿Por fin? ¿No que la tasa es 12.3 por ciento en Cadereyta? Se presenta en este proceso de cálculo un dato intermedio, el valor presente neto, que tampoco se explica por qué introduce cambios, que no lo incluimos en detalle para no crear un cuadro más complicado.

Haciendo a un lado estos elementos poco claros o engañosos, las cifras son transparentes en el sentido de que es más barata la inversión total en Tuxpan, y también lo es de dónde se originan las diferencias de costo. Aun si las tasas fueran iguales en ambos sitios, hay costos de operación, como la generación de electricidad con gas natural, ciclo combinado o turbogás, que serían más bajos en Tuxpan por estar al nivel de mar. Hay que ponerse a trabajar en vez de alimentar polémicas estériles. Hay que arrancar el trabajo y hacer lo posible para que se termine la nueva refinería en este sexenio. Con pura saliva no se va a hacer nunca. Con este estudio y los cinco meses que lleva ahí, no hay pretexto para autoconcederse nuevos plazos para decidir.

El estudio incluye definir la capacidad con la que la rentabilidad es máxima. Se concluye que “el mayor valor se genera cuando se incrementa la capacidad de proceso hasta 600 mbd, en dos trenes de refinación”. Al tren de refinación que ahora se inicia, de 300 mil barriles diarios (mbd) de crudo procesado, se agregaría un segundo tren, a empezarse a partir de 2010, con esa misma capacidad. Agrego que esto nos acerca mucho más a la autosuficiencia en combustibles.

En relación con esto, no está de más decir que en el estudio se incluye un primer plano de localización de plantas, y otros elementos que permiten iniciar ya proyectos ejecutivos y trabajos en general. Además, hay partes del estudio general que no dependen de los proyectos detallados de cada planta y que se pueden iniciar, como los estudios topográficos y del subsuelo, el aplanado del sitio, y la barda o bardas perimetrales. Se supone que se trata de hacer frente a la crisis, crear empleos calificados y de construcción ya, y adquirir producción nacional como, inicialmente, concreto y estructuras. Pues adelante.


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