jueves, 24 de abril de 2008

Agresiva belleza de NY

Margo Glantz

Y de repente, la primavera, minifaldas, escotes, sandalias, un andar desenvuelto, extravagancias, mujeres de 90 años como jovencitas a la moda (vestiditos tipo, a medio muslo, leggings, cero dimensión ósea), cantantes de jazz en los parques, pre y posjipis, vendedores ambulantes, bolsas de plástico, imitación de Coach, Furla, Versace; joyas, pashminas de a mentiritas, obesos, anoréxicas, jóvenes bellísimos, de todos los colores y razas (e italianos: ha llegado el Papa), mexicanos (trabajando de meseros o limpiando los pisos de los cafés), diseñadores ambulantes, bullicio, tiendas carísimas, museos (¡vendieron un museo del Soho a Prada!), un sol deslumbrante. Pido un expreso con un poquito de leche, la mesera ecuatoriana contesta, le cuesta un dólar más, la energía es muy cara aquí; en efecto, una llamada de larga distancia desde el hotel a México me cuesta ¡224 dólares!



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