jueves, 16 de octubre de 2008

De la política como abuso a desastre

Agenda Ciudadana

Lorenzo Meyer

Jueves, 16 de Octubre de 2008
LOS CLÁSICOS

En la Grecia de Aristóteles se llegó a suponer a la ciencia política como el área más importante del conocimiento pues su objeto de estudio era la expresión más noble de la actividad humana ya que de ella dependía la virtud y la felicidad colectivas. 2,500 años más tarde es muy difícil entender ese punto de vista y, sin embargo, en el terrible siglo XX, perdida ya toda inocencia como resultado de sus guerras, campos de exterminio y gulags, la gran Hannah Arendt planteó reconsiderar la validez de la propuesta. En La condición humana, (Barcelona: Paidos, 1993, ed. original, 1958), Arendt argumentó, de manera convincente, que seguía siendo posible vivir la actividad política como la oportunidad de participar en el quehacer público con un propósito noble, ético.

En los tiempos que corren, el ejercicio del poder político es sinónimo de abuso extremo, criminal, que ha desembocado en desastre mayúsculo a nivel planetario. Ahora bien, justamente porque el panorama es así de desesperanzador, conviene, casi como un último recurso, intentar darle alguna posibilidad a los dos grandes filósofos políticos nacidos en Grecia y Alemania respectivamente.

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LA POLÍTICA COMO DESASTRE

El ejercicio del poder como una actividad contraria al deber ser, a la ética, se ha practicado desde el inicio de los tiempos y en todas partes. Sin embargo, normalmente se ha combinado con un cierto grado de inteligencia y sentido de las proporciones para hacerlo más o menos tolerable para su víctima: el individuo común. No obstante, de tarde en tarde las élites del poder -los líderes políticos, empresariales, militares, religiosos e intelectuales- pierden piso, abandonan todo sentido de la realidad y toman sus decisiones influidas por una mezcla de corrupción desbocada, cinismo y egoísmo sin límites, irresponsabilidad e incapacidad intelectual y sin pizca de cordura. Es esta condición la que caracteriza a nuestro tiempo –el fracaso estrepitoso de los liderazgos- y la que ha desembocado en un ambiente generalizado de incertidumbre, desánimo y búsqueda de alternativas tanto en México como en el sistema internacional, particularmente en el país vecino del norte, centro de ese sistema.

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