domingo, 5 de octubre de 2008

La crisis y el final de un sistema

Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx

Lo principal de la crisis que se empieza a vivir no es lo del momento, sino su desarrollo. Primero, por lo menos de las cosas que más llamaron la atención fue la crisis inmobiliaria. Las inmobiliarias, relacionadas directamente con los préstamos hipotecarios para viviendas y otras construcciones o departamentos, tuvieron cada vez más dificultades para cobrar.

También se involucraron en negocios de alto riesgo, sin la plena seguridad de poder cobrar lo que suponían que iban a lograr. Dos de las mayores fueron “rescatadas”, el gobierno estadunidense les transfirió recursos, les prestó apoyo. Aparentemente se pasaba el problema, pero al rato saltaba por otro lado, y eran varios bancos y financieras los que tenían problemas similares. Gastaron más de lo que en realidad podían, incluso comprando otro banco.

Se ha dado más a conocer lo que pasa en Estados Unidos, pero el problema va mucho más allá. En general, se han transferido grandes sumas a bancos y otras instituciones financieras, para evitar su quiebra. Ya eso rompe con las reglas ultraliberales que se quisieron imponer a todo el mundo durante décadas. Pero en Europa las cosas fueron más allá.

Uno de los principales bancos belga-holandés, también aseguradora, Fortis, recibió una fuerte inyección de dinero pero también fue nacionalizado, según algunas fuentes parcialmente. Pero unos días después, el gobierno holandés decidió hacerse cargo de todas las funciones de Fortis en su país, bancarias y de seguros, incluso las acciones que este banco había comprado el año pasado, de ABN Amro, otro de los mayores.

En Inglaterra se nacionalizó el banco Bradford and Bingley, para evitar que fuera adquirido por el español Santander, que ya acaparaba bastante. En Islandia, se nacionalizó a Glitnir, el tercer banco del país. De modo que es un problema mucho más amplio, como es amplia la gama de soluciones que se han buscado de un país a otro. Pero lo que debemos notar es que las viejas reglas, tan defendidas por el Fondo Monetario Internacional, ya fueron tiradas a la basura. Todas y cada una de las acciones mencionadas son intervenciones del Estado en la economía de sus respectivos países.

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