domingo, 27 de abril de 2008

Laberintos de estancamiento

Rolando Cordera Campos

Dos jinetes apocalípticos recorren el mundo mexicano y arrinconan su democracia: el del lento y mediocre crecimiento sostenido por más de dos décadas, y el de la falta de consensos mínimos para construir una unidad nacional no autoritaria desde abajo y a través de las instituciones con que contamos para hacer creíble nuestra democracia.

Es ya historia vieja, que arrancó en el último tercio del siglo pasado y que la alternancia, que fue vista ilusamente como el fin de la transición política, no pudo superar. Tampoco lo hizo la “gran promesa” de la globalización económica, que nos sumió en este estancamiento estabilizador que sólo los tontos pueden seguir celebrando: sus resultados sociales están a la vista en la emigración masiva y el desempleo y la decepción juveniles, que junto con la quiebra progresiva de la planta empresarial mexicana documentan la destrucción sistemática del futuro, un relato más para la marcha de los necios.

Del primer jinete no han querido ocuparse los últimos gobiernos, y las declaraciones recientes del gobernador Ortiz sobre las virtudes ocultas de la reforma energética propuesta por Calderón advierten que este desafane de la promoción del desarrollo ha contaminado al Estado en su conjunto.




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